Es la hora de dejar aparcado el ‘hashtag’ #CanariasDiceNo, de compartir montajes fotográficos con la cara de Soria sobre cuerpo de Drag Queen con frase chistosa al pie, de mostrarnos afligidos con cuadrados negros en la foto de perfil del Facebook, o simplemente, de escribir artículos como éste.
Dejar aparcado es sólo sosegar la fuerza de la acción de protesta virtual, para volcarnos de lleno con las múltiples manifestaciones en físico que tendrán lugar el próximo sábado 7 de junio en tantas ciudades y pueblos del Globo: la muestra contundente, a efectos unánime, de que canarios y amigos de Canarias le dicen al nuevo Fernando Guanarteme, entre otros, que ¡NO!
Que no queremos prospecciones en nuestras costas. Que exigimos un ecosistema sin amenazas medioambientales que garantice la continuidad de nuestra economía basada en el turismo. Que apostamos por las energías renovables.
El ciudadano canario, bien en el terruño como en la diáspora, empieza a plantearse cuestiones derivadas de citados deseos. Porque esto no es sólo querer, exigir o apostar por un paliativo, y al fin, esperar a la próxima jugarreta del Gobierno Central para con nuestras islas. Es, sobre todas las cosas, llegar a la consciencia que tanta falta nos hace como pueblo: i) la necesidad imperante de plantearnos nuestro rol con el Estado y la adquisición de soberanía, esto es, “nosotros decidimos sobre lo nuestro, y no permitimos que decidan por y contra nosotros en los restaurantes de Madrid”; ii) la concienciación sobre el flujo de capitales que sale de Canarias al extranjero, mientras a nosotros nos quedan cuatro migajas en forma de bajos salarios, a pesar de que nosotros ponemos el sol, la playa y erosionamos nuestro medioambiente; y iii) examinar día a día al Gobierno de Canarias, en particular la gestión del Sr. Rivero, para ver qué acciones tomará para con el potenciamiento de las energías limpias, ésas, con las que tanto se llena la boca pero que tan poco parece fortalecer. Sin duda, será difícil, pues las llamadas competencias estatales reducen el margen. Pero los canarios hemos de pedirle un esfuerzo: desmarcarse y crecer en las nuevas fuentes y tecnologías energéticas hasta que rinda el impulso. No hacerlo sería, a efectos, otorgar el beneplácito a quienes nos imponen sus tóxicas prebendas, aunque de cara a la galería, se muestre jeringado.
Para que no exista un ‘nunca mais’ en Canarias. Para exigir al Estado que ‘más nunca’ seremos su colonia de desgaste.
¡Acudamos! Es Canarias la que está en juego.