El fin de semana nos deja algunos aspectos positivos que creo que conviene detenerse a comentar. El primero y más sobresaliente de todos: el formidable éxito de la iniciativa ciudadana para “unir” Canarias con cadenas humanas en sus ocho islas. Como he insistido en más de una ocasión, en nuestro país no hay demasiados elementos de unidad en torno a los que congregarnos. Puede más el ínsulo-españolismo con su interesada visión fragmentaria de la realidad que una conciencia unitaria del archipiélago más allá de los tópicos, siempre por construir, siempre por apuntalar. Las prospecciones petrolíferas que auspicia Repsol y que tan ardorosamente defienden sus testaferros en el Partido Popular, junto con un trabajo social y ciudadano, muchas veces anónimo y sin mayores matices políticos o ideológicos, ha acabado por convertirse en un punto de encuentro de los canarios de las ocho islas y más allá. El rechazo a las prospecciones en las aguas canarias recuerda a otros rechazos similares en nuestra sociedad, como a la guerra de Irak en el 2003 y 2004. Todos sabemos lo que vino después. Espero que esta vez estemos a tiempo de parar este disparate de perforar el lecho marino, cuando todos los datos apuntan a que las posibilidades de encontrar gas o petróleo son más bien remotas. Y que el Partido Popular pague electoralmente por ello.
En segundo lugar, el derby futbolístico también dio pie a algunos momentos interesantes, desde mi punto de vista. Aunque visto desde la distancia, lo que uno gana en perspectiva, lo pierde en detalle, creo que no me equivoco si digo que éste ha sido uno de los derbies más deportivos que yo al menos haya visto nunca. No me refiero tanto a lo que sucediera dentro del juego sino a multitud de detalles que pude observar antes, durante y después del mismo. Podría empezar hablando del comportamiento ejemplar de las aficiones, no exento de pasión y nervios, como suele suceder en un partido donde ambos equipos se jugaban mucho. Nadie pretende que se comporten como un coro de voces blancas pero sí que haya respeto dentro de la rivalidad. Las declaraciones de ambos presidentes también estuvieron al nivel de lo que cabe esperar de ellos. No siempre ha sido así. Circuló, además, por las redes sociales alguna imagen, de la que nos hicimos eco en Tamaimos, que apuntaban ya claramente a una delimitación entre lo que es un derby y lo que no lo es, entre el respeto y la violencia,… una cierta pedagogía que no se ha solido practicar en el pasado. Por último, un auténtico ídolo del deporte canario como el luchador Juan Espino, “El Trota”, daba ejemplo de deportividad y canariedad desde su perfil en las redes sociales, publicando una foto junto a jugadores de la Unión Deportiva con este mensaje: «Si por rivalidad piensas en violencia, éste no es tu derby», haciendo explícito además su deseo de que «ambos equipos se enfrenten en Primera». Solamente algún hooligan exaltado, practicando la versión más gamberra del periodismo deportivo, desde los micros y las redes sociales, mezclando por igual falta de profesionalidad con indisimulado odio a la competencia, en este caso la TVC, se alineaba con los desquiciados que conciben un partido de fútbol con el equipo de la isla de enfrente como el momento de verter toda su rabia y frustración. No le daré el gusto de nombrarlo. Prefiero quedarme con todo lo bueno expuesto anteriormente y que curiosamente, o no, ocupó más espacio en la prensa digital que la noticia de un pueblo que decide unirse, mano a mano, para mostrar su rechazo a que maltraten su territorio, sus aguas, en contra de su voluntad popular. Ahí todavía se ve que, para bien o para mal, somos una sociedad a la que le importa más el fútbol que las cosas realmente importantes.
Nota: La foto que ilustra esta entrada es autoría del fotógrafo canario Marcos Bolaños. Agradecemos su permiso para la publicación e invitamos a conocer el trabajo de este excelente profesional en su sitio