En Canarias, si uno quiere disimular su mediocridad tiene varias opciones. Por ejemplo, si tu Universidad arroja malas cifras económicas, nada como compararlas con las de la Universidad de la isla de enfrente. Así, se evitará convenientemente el que a más de uno le dé por cuestionar tu gestión económica, por ejemplo. Si una quiere hacerse valer como tenista y los méritos no acompañan, entonces puede recurrir al “aplatanamiento” de tus paisanos. Así aparecerás como una esforzada e incomprendida eterna joven promesa que tuvo que luchar contra un ambiente hostil. De paso, maquillarás convenientemente que no pintas nada en eso a lo que tanto te dedicas. Por último, si un equipo de fuera teme ser derrotado, puede su entrenador usar una variante también muy conveniente -y van tres veces- que consiste en aludir a un cierto “aplatanamiento” atmosférico que influiría fatalmente en el rendimiento de tus muchachos pero no en el equipo local, sorprendentemente. Si después ganas, lo habrías hecho «a pesar del aplatanamiento», claro. Finalmente, para rematar la jugada, el periodista de turno -anónimo- calificaría tus declaraciones, no de “insultantes” o “vergonzosas”, sino de “sorprendentes”. Estaría aplatanado, seguramente.