Abel Matutes fue Ministro de Asuntos Exteriores con Aznar, aunque en los corrillos se decía que se quedaba dormido en los Consejos de Ministros. Si no fuera porque le pagábamos el sueldo todos los ciudadanos de este Estado, hasta me haría gracia. Antes, las malas lenguas dirían que durante, y también después, Abel Matutes ha sido empresario hotelero, naviero y banquero en sus nativas Islas Baleares y allende los mares. Forma parte sin duda de lo que Mariano Rajoy machaconamente llama “gente decente”, una denominación que abarcaría desde los poseedores de las grandes fortunas amasadas durante el franquismo y sus redes hasta la derecha sociológica y votante actual. O sea, los suyos. Los demás, por lo visto, no somos decentes.
Este ex-ministro decente nos acaba de demostrar que también es un godo, pues acaba de declarar que “un posible vertido de petróleo en aguas canarias sería diferente a otro en aguas mediterráneas porque la mancha se disolvería con mayor facilidad y rapidez.” ¡Con qué facilidad nos endilgan a los canarios lo que nadie quiere en su casa! No es sólo el que pudiéramos decir que este tipo de reacciones entraría en lo que se ha dado en llamar movimientos NIMBY (Not in my Back Yard: “No en mi patio trasero”). Es el tufillo colonial que destila. Huele aún peor que las torres de extracción de petróleo que pude ver en el Delta del Orinoco. En esos lugares del norte, habitados por los pueblos civilizados, unas prospecciones petrolíferas serían un desastre incluso aunque no hubiera riesgo de vertidos. Nadie quiere veranear al lado de una de ellas. Cualquier destino turístico se devalúa -como la costa de Tarragona- con instalaciones de este tipo. Entonces, ¿qué hacer? Seguir la “lógica” argumental del partido de la gente decente y rechazar en Valencia y Baleares lo que se defiende en Canarias. Matutes, además, da una vuelta de tuerca con un chascarrillo pseudocientífico sobre la menor inanidad de los vertidos en las aguas atlánticas. ¡Fuerte carota! Y todo esto lo dice, obviamente, desde su status de gente decente, ex-ministro y empresario que es del sector turístico, que ve cómo la competencia canaria quedaría ciertamente debilitada con un proyecto así. Lo dicho, un godo en toda regla.
“un posible vertido de petróleo en aguas canarias sería diferente a otro en aguas mediterráneas porque la mancha se disolvería con mayor facilidad y rapidez.”