Tenía doce años y me parecía que aquel día todo el pueblo andaba revolucionado. En estampida nos habíamos concentrado, desde temprano, cerca del campo de fútbol para ver bajar desde el cielo a los reyes de España. Yo no entendía de estilismos, pero al verlos salir del helicóptero me pareció que Don Juan Carlos y Doña Sofía se habían mimetizado con el lugar, los dos vestían color tierra.
Igual que en Bienvenido Mister Marshall, les acompañamos en comitiva desde la Sociedad hacia la Plaza de la Iglesia. No sé qué hicieron exactamente dentro del Salón Parroquial, de lo que si me acuerdo es de la inauguración del monolito, de todos apelotonados frente a casa de Don Manuel y del rey rodando una bandera.
Después nos fuimos a la Explanada, frente al muelle, allí habían unas grandes carpas blancas, muchas mesas, comida, recuerdo que fue de las primeras veces que vi una piña tropical, me resultaba exótico. Si me preguntaran ahora, no me consta en qué momento se fueron los reyes, no los he visto nunca más por aquí. Al que si veo casi a diario es al monolito y a la inscripción que recoge lo que sucedió aquel día.
El 22 de Mayo de 1986 se inauguró el monolito que declaraba a La Graciosa, Alegranza, Montaña Clara, Roque del Este, Roque del Oeste y al Norte de Lanzarote, como Parque Natural del Archipiélago Chinijo. Ese momento marcaría un punto de inflexión en la historia de La Graciosa.