El hombre, dice el refrán, es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. En La Laguna, ha tropezado tres veces en la misma piedra: la Catedral. En 1897, la iglesia se cerró por la ruina de la techumbre. Ocho años después, en 1905, el interior fue demolido, manteniéndose la fachada de piedra. Para abaratar costos, se descartó construir la iglesia en piedra y se eligió un nuevo material compuesto: el hormigón armado. Se trataba de una mezcla de concreto reforzado con barras de acero, patentada en 1854 y cuyas propiedades aún se estaban explorando. En 1913, la Catedral se reabrió al culto pomposamente. Era la primera del mundo construida en hormigón armado.
En 2002, la Catedral volvió a cerrar por la misma razón: la ruina de la techumbre. El hormigón armado se caía a pedazos. ¿Por qué? En 1905 se mezcló arena de mar con el concreto del hormigón. Como aún era un material en pruebas, no se sabía que la arena de mar corroe el acero usado para reforzar el hormigón. Sin embargo, se aseguró que el hormigón armado catedralicio aguantaría hasta el Apocalipsis. El experimento fracasó. La nueva Catedral vivió lo mismo que uno de sus habituales: mi abuelo Agustín, quien nació en 1918, cinco años después de la reapertura, y murió en 2007, cinco años después del segundo cierre. Ambos tenían 89 años.
La Catedral reabierta en 2014 es otro experimento, manipulado de nuevo por la necesidad de abaratar costos. Ahora, el hormigón armado contiene fibras de polipropileno, que es un polímero termoplástico. Este derivado plástico lo puede encontrar usted en el envasado de los alimentos, la ropa que viste y, ahora, en la techumbre de la Catedral. Como ocurrió en 1913, se asegura que el nuevo material compuesto aguantará “trescientos años”. En realidad, es un material joven y en exploración, inventado en 1957; como en 1905 lo era el hormigón armado con arena de mar.
Tras el segundo cierre, la solución para la Catedral era sencilla: reconstruirla en piedra. Esos edificios es mejor levantarlos en piedra. Lo saben en Barcelona, donde la Sagrada Familia se construye en granito, basalto, gres y pórfido. Pero, en La Laguna, se experimenta con plástico. La ansiedad de reabrir la iglesia lo más rápido posible y al menor precio provocó la misma situación que denunció en 1913 el arquitecto de la Catedral, José Rodrigo-Vallabriga. En su artículo en la Gaceta de Tenerife (21-VIII-1913), detalló los defectos estéticos y estructurales de la Catedral por estar “limitado el gasto”. Quizás, al tener que construir una iglesia barata se sacrificó la calidad de los materiales.
¿Sabremos si ocurrió algo semejante con la reconstrucción de 2014, realizada en tiempos de crisis moral y económica? Lo dudo. Sí se hablará del pastiche. Pues ahora la catedral tiene una fachada de piedra del siglo XIX, unas columnas en hormigón armado del siglo XX y una techumbre con fibras de plástico del siglo XXI. No sólo los materiales, sino también el diseño ha ido empobreciendo: de la fachada neoclásica, a las columnas neogóticas, a la techumbre neoplástica… y sin capiteles.
Si desea ver los capiteles, vaya a la Verdellada. En el parque Tinguaro, los encontrará clavados en la tierra como palmeras secas. Pese a ser los capiteles de la primera catedral del mundo en hormigón armado y parte de un Monumento Histórico-Artístico Nacional, dichos capiteles fueron depositados como escombros en un solar de Tegueste. Los salvados están en el parque.
A falta de capiteles, cobre. Para que no levantemos la cabeza por dentro (y no ver el techo sin acabar) sino por fuera de la Catedral, la cúpula se ha recubierto de refulgente cobre. Durará poco. Ese “cimborrio de la luz”, como ya lo llaman, se oxidará hasta volverse completamente azul, mientras que el óxido de cobre se desparramará cúpula abajo sobre los cristales de colores.
En vez de aprender de los errores de la Catedral de 1913, se ha vuelto a tropezar en la misma piedra en 2014. Ya dijo un filósofo alemán que un hecho importante de la historia ocurre dos veces. Y otro filósofo añadió que la primera vez el hecho ocurre como tragedia y la segunda como farsa. En la historia lagunera, la construcción de la Catedral en hormigón armado en 1913 fue la tragedia. La reconstrucción de 2014 ha sido la farsa. La farsa del polipropileno.