Si usted quiere conocer un ejemplo de escasa productividad, nula imaginación, altas dosis de control político, adormecimiento de la sociedad civil, etc. deténgase a conocer en detalle el último Plan Insular de Infraestructuras de La Gomera, anunciado a bombo y platillo por Casimiro Curbelo, presidente del Cabildo gomero. El nombre exacto del chinijo es el de Plan Insular de Mejora y Acondicionamiento de Infraestructuras y las cifras son las siguientes: 2.086.000 euros de dotación para 130 puestos de trabajo durante este ejercicio. Los trabajadores realizarán funciones de recuperación ambiental, extinción de incendios, limpieza de carreteras, etc.
En una época tan complicada como la actual, hay que alegrarse por las ciento treinta familias que verán aliviada, al menos temporalmente, su situación económica gracias a estos ingresos, por escasos e irregulares que sean. Ahora bien, llaman poderosamente la atención los argumentos para defender esta política de creación de empleo. Son “acciones que precisan de mucha mano de obra y de muy poca inversión”. Cabría añadir “y escasa formación”. ¿Qué valor añadido aportan estas tareas, por necesarias que sean, a la economía insular? Pareciera que se trata de contratar al máximo de gente -no entraré en el asunto de la regularidad en las contrataciones, pues lo desconozco- para tenerlos ocupados en algo. El presidente del Cabildo añade, “El Cabildo de La Gomera es probablemente la institución de España que porcentualmente más esfuerzo dedica a la creación de empleo». Como si eso fuera algo positivo: las instituciones públicas como motor de la contratación en una economía. ¿No sería más deseable afirmar que “El Cabildo de La Gomera posibilita en un alto grado la formación, la emprendeduría, la constitución de microempresas, etc.”? Otra perla: “Tenemos una sensibilidad especial con el empleo”. Permítame dudarlo. Cualquier político con cierta altura de miras traduciría esa supuesta sensibilidad en algo más que el trasvase regular de fondos públicos a la contratación de desempleados hasta que dichos fondos se agoten, haya que enviar a los ex-trabajadores a cobrar prestaciones o subsidios de desempleo y vuelta a empezar. Hay que ser bastante insensible para instalarse en semejante bucle.
Personalmente, ni siquiera creo que se trate de algo que observar a la luz del eje derecha-izquierda (¿El PSOE de La Gomera es de izquierdas?). Pienso más bien que se trata de decidir entre una economía productiva, que se basa en una sociedad dinámica, activa, capacitada,… la visión estratégica de sus dirigentes y, por otro lado, una economía estática, que pone a disposición del padrecito de turno y su visión cortoplacista un contingente de desempleados, auténtico ejército de reserva, para que, en cuanto haya fondos, éste lo contrate en trabajos sin mayor relevancia, por necesarios que sean, fomentando el buenismo y la eterna reelección. Apostar sin ambigüedades por lo primero no sitúa objetivamente a un dirigente político en frente de los desempleados que se beneficiarán de estos contratos -insisto en que me alegro por ellos- pero sí lo obliga a tratar de ver más allá. Por lo menos más allá del próximo convenio, del próximo plan,… algo para lo que Casimiro Curbelo no parece estar capacitado.