Siempre me asombraron esos nacionalistas canarios encandilados con el proceso vasco, identificados con la vía catalana e incluso ilusionados con la identidad galega. Está muy bien conocer las vicisitudes de otros procesos, resulta imprescindible tener una visión amplia y rica de lo que pasa en el mundo, e incluso es más que recomendable establecer lazos con aquellas realidades con las que podamos tener intereses comunes, eso que en la eurojerga llaman «intercambiar mejores prácticas». Pero no deja de ser ridículo que haya gente en Canarias que se enardece con el movimiento abertzale, o que vean en el proceso catalán la luz que va alante, que es la que alumbra.
Para nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, Canarias sencillamente no existe, más allá de la posibilidad de hacer negocio, se entiende. Llama la atención que en eso los nacionalismos «periféricos» se parezcan tanto a los nacionalistas españoles, e incluso a los antinacionalistas.
Dijo Josep Pla que nada hay más parecido a un español de derechas que un español de izquierdas. Desde una perspectiva canaria, nada hay más parecido a un nacionalista español que un nacionalista catalán, vasco o gallego.