El otro día tuve la oportunidad de visitar el Maipés de Agaete, remozado enclave imprescindible para comprender la cultura funeraria de los indígenas canarios, nuestros antepasados. La visita es una ocasión fantástica para aprender un montón de cosas, de manera sencilla, ordenada y clara, además de un paseo muy agradable por aquel malpaís, aunque suene contradictorio. A pesar de que el yacimiento está aún en fase de inauguración prácticamente, la experiencia resulta completa y muy recomendable desde ya mismo. Sólo echa uno en falta una tienda en condiciones para poder llevarse a casa algo de la visita misma. Comienza, según nos contó el responsable con quien pudimos conversar, el goteo de gente interesada en conocer nuestra propia Historia, aquella que la inmensa mayoría de maestros no cuentan en las escuelas. Ahora van a conectar el Maipés con el Programa de Inmersión Lingüística y empezar a acoger chiquillos que recibirán charlas en inglés in situ. Es de esperar que, cuando comience el curso, el Maipés de Agaete sea, junto con el Cenobio de Valerón y la Cueva Pintada de Gáldar uno de esos lugares donde siempre se encuentra uno guaguas escolares, chinijos por todos lados, acompañados de sus profesores,… canarios del presente encontrándose con los canarios del ayer, reconstruyendo el finísimo pero irrompible hilo con que la tozuda Historia sigue marcándonos el camino.