Que América Latina no es ya el patio trasero de los EE.UU es cada vez más una realidad y menos una aspiración, como parecía suceder en los turbulentos años 70 y 80, cuando la administración estadounidense ponía y quitaba gobiernos y dictadores a su antojo y al de las empresas a las que representaba, y la segunda independencia de Suramérica -y Centroamérica- era una utopía. Hoy América Latina ha logrado un nivel de empoderamiento y conciencia social que hace difícil pensar en un retorno al servilismo y al neo-colonialismo de épocas anteriores -sin pasar por las armas, claro- que tan duramente hundió a países como Venezuela, Chile o Ecuador en la más profunda de las miseras, tanto humanas como políticas y económicas.
A pesar de todo muchos parecen no haberse enterado aún, especialmente en esta España altanera y quijotesca, acostumbrada a ver gigantes en vez de molinos cuando de democracia se trata en América, mientras que en suelo patrio convierte en molinos a los que de verdad son gigantes de los que todo lo aplastan, que todo lo arrasan.
Entre los que aún no se han enterado de que ya América Latina no es ni patio trasero ni mucho menos territorio colonial de la vetusta Europa están los directivos y periodistas de Televisión Española. Por tercera vez en apenas dos años, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se presta a ser entrevistado en el canal público del Estado español, y por tercera vez es sometido a un interrogatorio que rompe cualquier lógica del periodismo serio y de calidad.
Para no entrar en valoraciones personales, les invitamos a que vean la lección magistral que la periodista de Televisión Española Ana Ibáñez da sobre lo que nunca debe ser el periodismo: lugares comunes, falta de documentación previa, no contrastación de las fuentes, limitar los tiempos de respuesta de un invitado cuando la respuesta no es la esperada, etc. Y es que, a veces, las mejores lecciones de la vida no se aprenden de la observación de sucesos gloriosos o de grandes personas, sino justamente de los fracasos y ridículos más flagrantes.
Por suerte, América Latina ya no es el pueblo indolente y sumiso al que antes obligaron ser, y en el continente de Martí, Bolívar y San Martín, pueblan ahora ciudadanos libres y soberanos que en su ejercicio democrático aprenden a acertar y a fallar -sí, también ellos fallan, y están en su derecho- desde una perspectiva autocentrada, sin permitir que gobiernos extranjeros y mucho menos periodistas engreídos se atrevan a decirles lo que es o lo que no es democracia. Los molinos de la libertad seguirán agitando sus aspas democráticas en la nueva América Latina, y mientras desde este punto del mapa se empeñan en mostrarlos como gigantes, los verdaderos colosos del neo-liberalismo europeo son respetados y admirados como si de molinos inofensivos se tratara. Lección de periodismo para la Historia.
https://www.youtube.com/watch?v=Lr2fLh6f2nU
*En el momento de ser publicado este artículo, dos de los grandes medios de comunicación españoles, El País y RTVE, tan preocupados siempre por América Latina y por su democracia, no tienen en sus portadas digitales ninguna noticia relacionada con las elecciones de ayer en Paraguay, donde además de haber ganado el Partido Colorado -cuyo candidato participó en el «golpe institucional» al legítimo presidente Fernando Lugo- por un 45,9% de votos, se registraron actos violentos en la jornada electoral.