Informa la periodista Elena Hernández en La Opinión de Tenerife que «el trigo y el millo que se utiliza para elaborar la harina tostada típica de Canarias llega desde Canadá, Argentina o Francia». El abandono del agro canario y la falta de competitividad de la producción local mueve a los productores y distribuidores de gofio en las Islas a importar toneladas de grano producido a miles de kilómetros del Archipiélago.
A pesar de que los canarios consumimos una media de medio kilo por habitante y año, informa La Opinión que «en la actualidad, lo único que sigue siendo canario es su transformación».
Para los agricultores el cereal canario es de mejor calidad, pero los niveles de abastecimiento del millo o el trigo canario a los molinos de gofio se sitúan nada más que en torno al 4%, según Elena Hernández. José Luis García, gerente de «La Molineta», señala que «Hace 40 años nuestro molino se autoabastecía con el cereal de la zona de La Laguna y Tacoronte, pero ahora es imposible, es un cultivo que está totalmente abandonado».
Al cierre de históricos molinos de gofio por la incapacidad de sus dueños de afrontar una modernización tecnológica y a la competencia que desde otras latitudes se hace a nuestro producto, se suma ahora el problema de la escasez de materia prima para la elaboración el gofio que lleva incluso a dejar desabastecida su producción y venta.
No hay que olvidar que hace ahora justo un año el gofio canario logró el reconocimiento de Indicación Geográfica Protegida «Gofio Canario», sello que se supone «evitará la competencia desleal y posibles fraudes; al tiempo que permite ofrecer al consumidor un producto con un origen y calidad diferenciadas y certificado, y sobre todo, crear una marca colectiva que vincula la imagen del producto a este territorio.»
La Indicación Geográfica Protegida no recoge la obligación de que las materias primas procedan «de variedades locales», pero sí que su «calidad sea el resultado de prácticas y técnicas tradicionales vinculadas a un lugar concreto».