Uno quiere pensar que ya ningún adulto cree en la existencia del maragullo, del hombre del saco, de las brujas con escoba o de los monstruos debajo de la cama; por lo menos no más allá del mundo de la imaginación. Pero no hay forma. Todavía hay quien vive convencido de que los cuentos de viejas son realidad, en pleno siglo XXI, en la época de los viajes y las telecomunicaciones. Es el caso del escritor Mariano Gambín, que dice ahora que «es muy difícil que los productos culturales canarios entren en los circuitos nacionales (sic) porque estamos aislados«. «La distribución en Canarias es muy pobre porque tenemos un gran problema de aislamiento«.
¿A qué se referirá Gambín con «aislamiento»? Quizá al sempiterno desconocimiento y desinterés español por todo lo canario que se salga del cliché. Quizá a la obsesión de las grandes editoriales por el rédito inmediato y su aversión a las obras y autores poco conocidos, que no vengan con la vitola de bestseller en la frente. Quizá incluso al desprecio canario de la propia cultura y al desinterés en distribuirla. A eso debe de referirse. Porque si no, no se entiende que hable de «aislamiento» un autor que escribe en un idioma que le abre la puerta a 450 millones de lectores potenciales (porque el español se habla más allá de la península), no se entiende que hable de «aislamiento» un autor cuyas obras en formato electrónico se pueden leer allá donde llegue internet, no se entiende que hable de «aislamiento» un autor que escribe en plena revolución de las comunicaciones.
Dijo en los años 70 Gregorio Salvador: “[…] hay dos tópicos sobre estas tierras que se siguen manejando y que ya no tienen vigencia hoy, ya no tienen vigencia en el mundo en que vivimos. Esos dos tópicos son los de la lejanía y el aislamiento […] Una isla puede utilizarse siempre como símbolo literario del aislamiento, pero no es aislamiento ya. Me atrevería a decir que es exactamente lo contrario«.
Ya está bueno de aventar espantajos como el del aislamiento. Que cada cual venda su producto como mejor sepa, pero por favor que no vengan a estas alturas a meternos miedo con cuentos de maragullos.