El New York Times publicó a principios de año una elogiosa reseña sobre los vinos canarios, en la que no faltan referencias a nuestra larga tradición vitivinícola, ni las exclusivas variedades de uva de las islas, ni los paisajes únicos donde se cosechan, ni la ausencia de la filoxera, ni la obligada mención a la presencia del vino canario en la obra de Shakespeare. El texto va acompañado de una representativa selección de los mejores caldos canarios que pueden adquirirse en Estados Unidos. Y sí, resulta que allí se puede conseguir vino de más de una docena de productores de las islas, una gama que resulta difícil de conseguir en la propia Canarias, por no hablar ya de España o Europa. Al parecer todo ello es obra de un importador, el valenciano José Pastor, que es quien ha logrado colocar el producto en el mercado estadounidense en los últimos 5 años.
Qué extraño. ¿Cómo es que a José Pastor no le afectan la lejanía, la insularidad y la ultraperificidad, que en Canarias todo lo impiden?