Algo parecido al título de esta entrada debió funcionar, entonces, en la habitación de una joven Carolina Darias. Ahora, de adulta y política, nos lo transmite: exige el arreglo de las palmeras de la GC-1 —algo necesario, no lo dudamos— pero no para que los grancanarios que a diario circulan por esta vía disfruten de ellas. El único motivo que arguye lo resume así:
La imagen de la GC-1 ofrece la primera y última impresión paisajística que registra la inmensa mayoría de nuestros visitantes nada más llegar y desplazarse entre el aeropuerto y su destino en las principales infraestructuras alojativas de los municipios turísticos del sur de Gran Canaria, de ahí la importancia que tiene el mantenimiento de esta vía para forjar y retener una imagen positiva de su estancia.
Será porque para nosotros ya no habrá una primera impresión paisajística. O simplemente porque nuestra «estancia» en la Isla no tiene que ser también positiva. Lo cierto es que ninguno de sus argumentos mira por los que más tiempo pasan en esa autopista y que seguro valorarían favorablemente un mejor mantenimiento. Eso sí, algo compartimos con los turistas y es que a este paso lo que sí tendremos será una última impresión de estas palmeras canarias.