No hay que ser un experto para saber que en un mercado tan competitivo como el turístico resulta crucial tener un producto exclusivo y diferenciado, ofrecer algo que otros no ofrecen, y que sea fácil y rápidamente identificable. Canarias ha lanzado un sinfín de campañas publicitarias más o menos exitosas para destacarse del resto de destinos y dotarse de una imagen de marca propia. El resultado lo pueden ver en las fotos, tomadas de dos agencias de viajes en Cataluña: ISLAS – Mallorca, Menorca, Ibiza, Canarias. ISLAS – Canarias y Baleares.
Queda claro pues que para el español medio, eso que llaman el mercado peninsular, no somos «Canarias», sino que somos «islas», entiéndase sol, playa, palmeras, calorcito, terrazas a la orilla de la marea… Vamos, lo que normalmente hay en las islas, ¿verdad? lo mismo que en Baleares, más o menos. Un simple decorado, vacío, en el que todo está pensado y acondicionado para que pasen sus vacaciones los que vienen de fuera. Un no-lugar, parafraseando a Marc Augé.
Y es que es lógico. Te pasas la vida alegando de la importancia de crearse una marca, de posicionarse en el mercado, de proyectar una cierta imagen, de diferenciarse de la competencia, y luego vas y te quedas en lo mismo de siempre, lo fácil, lo mismo que tantos otros: sol y playa, sol y playa, sol y playa. Lo contrario es pedir lo imposible, cuando los propios canarios están convencidos en su fuero interno de que Canarias está vacía de contenido que ofrecer, de cultura, de historia, de vivencias, de vida. Y cuando (crees que) no tienes nada que ofrecer, sólo te queda vender cartón piedra.
PS: Me copio descaradamente de mi compañero Josemi y me permito recomendar un excelente libro, descargable completo en pdf, sobre «el turismo como agente de reestructuración del mundo y de la percepción»: Paisajes del placer, paisajes de la crisis, editado por Mariano de Santa Ana. Imprescindible para comprender el fenómeno del turismo en Canarias.