No hace tanto de la carajera que montaron dos diputados alemanes al pedir a Grecia que vendiera varias de sus islas para hacer frente a su deuda. Lejos de ser una muestra de agrio humor germano, aquello lo plantearon muy en serio, sabedores de que una parte no desdeñable de la sociedad alemana compartía la misma idea.
Pero ni es este carácter fachento exclusivo de según qué diputados alemanes, ni son los helenos insulares tampoco los únicos convidados de piedra, que calladito estás más guapo. Les presento a Jarmo Inget, candidato en las próximas elecciones municipales en Laponia por el partido euroescéptico finlandés Perussuomalaiset. El amigo Jarmo hacía las siguientes declaraciones a un periódico respecto de los rescates financieros:
«[…] El interés general de los finlandeses no es ir regalando nuestro dinero. Se puede decir de muchas maneras, pero dicho clarito y raspado: que el dinero de Finlandia se quede en Finlandia. Pagamos muchos impuestos y recortamos nuestros servicios para poderles dar ese dinero a los países del sur, y es muy probable que nunca nos lo devuelvan. En mi opinión, ese dinero tendría mejor uso en Finlandia. Como fianza tendríamos por lo menos que quedarnos con Chipre o Canarias«.
Sí, señores europeos, lo que ustedes manden. Los canarios estaremos a lo que se nos ordene en nuestro propio país, para eso nos mantienen. Ah, ¿no lo sabían? Sí, en Canarias vive gente, oriunda de las islas, nos llaman canarios. Sorprendente, ¿verdad? Claro, es que cuando vienen ustedes a sus vacaciones de cartón piedra y todo incluido no suelen tener ocasión de conocernos.