La Gomera arde, se consume su masa forestal por el fuego abusador, y sus gentes sufren mientras los cuerpos de extinción logran apaciguar las llamas. Como escribiera un día Pedro García Cabrera, los montes de nuestra niñez se están muriendo de pena. Ante esta situación tan dramática para la isla y su ecosistema, y ante el avance descontrolado de las llamas, el joven verseador gomero Eduardo Duque ha dejado plasmado su dolor en unas décimas que a continuación les compartimos. Sirva este breve enyesque como muestra de solidaridad con el pueblo gomero.
Cómo me duele, Gomera,
mirar a tus montes bellos
y sólo encontrar en ellos
una espantosa humacera;
Ver tu laurisilva entera
hecha carbón y ceniza;
ver que a merced de la brisa
avanza el fuego potente
y que el rostro de tu gente
ha olvidado la sonrisa.
Agando, qué triste es verte
a las llamas sometido
pues toda la vida has sido
de los roques el más fuerte.
¿Quién pudo volver inerte
tu boscosa maravilla?
Mi alma, humilde, se arrodilla
en fervorosa plegaria
pidiendo a la Candelaria
que acabe esta pesadilla.