El 15 de septiembre de 1968 tuvo lugar uno de los acontecimientos más significativos en la lucha antifranquista en Canarias y que se dieron en llamar “los sucesos de Sardina”. El Partido Comunista y unas recién nacidas Comisiones Obreras habían convocado para ese día una asamblea en la cala de Martorell, justo al lado de Sardina del Norte (Gáldar, Gran Canaria). La asamblea tenía como único punto la discusión de las acciones de solidaridad y protesta a realizar tras la estafa que contra los trabajadores había cometido la empresa SATRA, encargada de los trabajos de acondicionamiento de la Autovía del Norte y que había huido sin pagar las nóminas. Era preciso camuflar aquella asamblea como un asadero familiar por lo que asistieron las esposas y niños de los trabajadores, además de los dirigentes del PC y Comisiones Obreras.
En un momento del día, se presenta la Guardia Civil, que había sido alertada por un chivatazo. Cercan el lugar y preguntan por los cabecillas de la reunión, puesto que esperaban así descabezar la incipiente experiencia de movilización obrera antifranquista. Los trabajadores y sus familias se negaron a delatar a aquellos, que estaban camuflados en el grupo de en torno a unas cien personas. Cogidos del brazo, todos echan a andar hacia la playa de Sardina pese a las amenazas de la Guardia Civil. Allí les esperan un grupo importante de números de la Guardia Civil, quienes, al mando del Comandante Díaz Otero, incrementan la presión sobre los trabajadores. Allí comienza la violencia física contra los mismos y finalmente, el infame comandante usa su pistola para herir gravemente a Jesús Redondo Abuín. También resultó herido de bala, de menor gravedad, Felipe Lorenzo Vera.
Según podemos leer en la crónica publicada en la Revista Bienmesabe por José Miguel Perera:
“Son detenidas alrededor de 50 personas, de las que 23 son acusadas en un Consejo de Guerra: tres quedarán libres de cargo y veinte de ellas condenadas a penas que iban de los once años a un año de prisión, por rebelión militar e insultos a la fuerza armada”
Como tantas otras veces ha sucedido, los presos canarios tuvieron que añadir a su condena, la condena del destierro, al ser enviados a prisiones españolas, lejos de su familia y amigos. Sin embargo, más allá de aplastar el movimiento de oposición, los Sucesos de Sardina, representaron un hito de notable repercusión en toda Canarias y en el Estado español. A ello contribuyó enormemente el papel de las mujeres de aquellos trabajadores, que se encerraron en la Catedral de Santa Ana hasta que fueron juzgados sus maridos. Hoy resultan frecuentes los encierros en iglesias y catedrales, sin embargo aquel hecho protagonizado por mujeres canarias fue pionero en la época, animando reacciones similares en posteriores conflictos. Después vinieron años de protesta, lucha y dolor. Es de justicia reconocer que todas aquellas personas dieron un paso al frente que hoy merece ser recordado. Esperemos que algún día, no demasiado tarde, alguna placa o monolito fije la memoria de estos hechos en la memoria pública de nuestros hechos.
P.S: Los siguientes vídeos, aunque incompletos, dan cuenta de aquellos sucesos. Representan hoy, como en otras entregas de la serie “Memoria Histórica Canaria”, un valioso material a la hora de rescatar lo que nos pertenece y nunca debieron arrebatarnos.