Tenderete es, por encima de todas las cosas, un referente dentro de la historia de la televisión y la difusión musical en Canarias. Es un espejo en el cual muchos canarios se vieron durante muchos años reflejados, y en donde la cultura canaria tuvo su mayor cota de difusión internacional. Es también, sin lugar a dudas, el programa que más hondamente sienten los canarios como propio, nos guste o no el folklore del Archipiélago, tengamos o no contacto con parrandas, agrupaciones, etc.
Pero si uno ve hoy en día este histórico programa empieza a preguntarse si realmente la función que tan notablemente desempeñó en el pasado está siendo respetada y mantenida. El programa Tenderete de hoy en día se ha convertido en un producto edulcorado, alejado de la estética popular que durante años lo caracterizó, sin espontaneidad y marcado por un ritmo audiovisual más típico de una gala que de un programa cultural.
Cierto es que los tiempos cambian, que el televidente demanda mayor calidad técnica, una estética más acorde al mundo cada vez más tecnificado y urbanita en el que vivimos, y que ciertos fallos que antes podían producir indiferencia en el receptor, ahora son castigados con un rápido cambio de canal. Nada de eso es criticable en este nuevo Tenderete. Lo que sí es reseñable es que todo el carácter popular y el alto valor etnográfico e identitario que antes supuraba este genial programa parece que se ha perdido en las últimas temporadas, más o menos desde que el genial Yeray Rodríguez abandonó el programa.
En estos tiempos de canibalismo musical, en palabras del etnomusicólogo José Jorge de Carvalho, la recuperación de espacios televisivos que permitan a los canarios acercarse a las tradiciones que aún perviven en el pueblo se presenta como una auténtica necesidad. De lo contrario, el folklore edulcorado, bolerizado y ultraperfeccionista que se está extendiendo por las Islas, que curiosamente coincide con la cada vez mayor pérdida de referentes dentro del paisaje de la música popular, acabará por desfigurar el panorama de las músicas folklóricas y su carácter transmisor e identitario. Recuperar el espíritu divulgador que un día el genial Nanino Díaz Cutillas imprimiera en el programa, y que permitió que Tenderete se convirtiera en santo y seña de nuestra cultura, es en estos tiempos de globalización y fusión desenfrenada más necesario que nunca si no queremos seguir perdiendo toda esa cultura que ya la escuela, los conservatorios y los medios se encargan de marginar.
* Emisión del programa Tenderete con Los Magos de Chipude, que representan en directo la tradición casi extinta del Velorio del angelito.