Desde hace tiempo algo huele a podrido en el mundo de la cultura en Canarias. Cada vez son más las voces que se alzan sin discreción contra el entramado de las subvenciones en nuestro Archipiélago, contra ese medio de financiar productos culturales característico de sociedades conservadoras, que más que un motor de avance de la industria y el arte está resultando ser un enorme lastre y freno a todo el talento e iniciativas que en Canarias se están gestando. Entrar a formar parte del reducido número de beneficiados por las subvenciones es prácticamente asegurarse el éxito; estar al margen es condenarse al fracaso. El esfuerzo personal, la autogestión, y las iniciativas de financiación del siglo XXI -fundraising, co-producciones internacionales, merchandising, etc.- parecen no tener cabida en la cabeza de aquellos que prefieren cubrir todos los gastos con dinero público antes que arriesgar y confiar en su producto artístico.
Por suerte, este tufo a podrido tiene dentro del mundo del arte, y en especial del cine canario, voces que se alzan contra este modelo de financiación. Precisamente esta semana se estrenaba en Gran Canaria el cortometraje Ansite, del realizador Armando Ravelo, con un éxito total de crítica y público. Curiosamente, a pesar de la sobrada calidad técnica y artística del proyecto, ningún medio del país se ha encargado de cubrir esta noticia. Ni una sola entrevista o crónica en Canarias Ahora, La Provincia, Canarias 7 o Diario de Avisos. Cabe preguntarse qué hubiera pasado si este estreno hubiera ido acompañado del logo de Canarias Cultura en Red o de Septenio. Lo que no está subvencionado, no existe. Curiosa forma de teledirigir la cultura de un pueblo y filtrar los contenidos que cierto sector impone con sus criterios y parámetros.
Otra de las voces que ha hecho de la lucha contra el cacicato cultural casi que su modo de vida es el cineasta Daniel León Lacave, quien en su blog personal -el blog de la indigencia cultural como él mismo lo presenta- critica semanalmente las injusticias y prácticas sospechosas de este modelo de cultura en el que sólo lo que lleva el sello de oficial es valorado y difundido. «Yo me he convertido en paladín de la lucha entre independientes y subvencionados, en denunciante de las endogamias institucionales, azotando con virulencia desde estas y otras páginas todo lo que consideraba injusto», afirma el propio cineasta en su página. El último corto de León Lacave, de título El último plano, es un alegato a favor de la producción independiente en las Islas, pues como afirma el protagonista de la obra «las subvenciones siempre me han parecido endogámicas». El cortometraje es una auténtica delicia a nivel interpretativo y técnico, y muestra una vez más que la producción al margen de las instituciones es más que posible, además de deseable si queremos dejar de ser un pueblo anclado en la subvencionitis como única forma de desarrollo.