
«Muero satisfecho. Nuestro es el triunfo.
Que tiemblen mis verdugos,
que tiemblen los traidores.
Que tiemblen los que han
obligado a mi pueblo a comer tunera».
Matías López Morales,
Carta de despedida el día de su fusilamiento, 29 de marzo de 1937
Cuando Juan Santana Vega, celebraba entre compañer@s y vecin@s su elección como alcalde y la victoria en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, en unos comicios que habían dado el triunfo aplastante al Frente Popular en el municipio de San Lorenzo, no imaginaba que ya los terratenientes de esta zona de Gran Canaria compinchados con el clero y gran parte del ejercito elaboraban las listas negras, con los nombres de todas las personas que pensaban ejecutar, fusilar o desaparecer en cualquier pozo, sima volcánica o en la peligrosa Mar Fea, muy cerca de la Playa de La Laja.
Años antes este humilde albañil y sindicalista, organizaba junto a otros hombres y mujeres comprometidos la lucha en contra del caciquismo y la explotación laboral. Una realidad de semiesclavitud en manos de una casta empresarial sin escrúpulos, que presionaba, chantajeaba y amedrentaba a la población trabajadora, pidiendo el voto para los partidos de la derecha más reaccionaria, la misma que apoyó el golpe de estado fascista del General Franco en 1936.
En los pocos años de gobierno municipal el alcalde comunista Juan Santana, conocido en el pueblo como “Juan Machado, se rodeó de lo mejor de su gente y comenzaron a desarrollar políticas sociales para acabar con la extrema pobreza, con el analfabetismo de la mayoría de la población, tratando de convertir San Lorenzo en un ejemplo de gestión política al servicio del pueblo y de los sectores más empobrecidos de la caciquil sociedad de los años 30. Fueron muchas las esperanzas de cambio de las miles de personas humildes que les votaron superando el miedo y el chantaje de los terratenientes, de una oligarquía reaccionaria, dispuesta a todo, incluso de matar, para mantener su estatus más siniestro.
El 18 de julio del 36 el isletero diputado comunista y contable de la empresa Los Betancores, Eduardo Suárez, acompañado del Delegado Gubernativo, el socialista y farmacéutico malagueño, Fernando Egea, pararon su coche ante la multitud aglomerada en la Carretera General de Tamaraceite, para decirles que mantuvieran la calma y no alteraran el orden público, que ellos se dirigían al norte de la isla a organizar la resistencia al golpe fascista. Meses después, el 5 de agosto a las 06,00 de la mañana estos dos hombres justos y solidarios fueron asesinados tras Consejo de Guerra sumarísimo. Era el principio de un genocidio contra lo mejor de la sociedad de las islas en aquellos tiempos, que generó la muerte de miles de canari@s que defendían la democracia y la República.
Ese mismo día y después de que Eduardo y Fernando partieran hacia Arucas, llegaron entre disparos, gritos y golpes los militares y falangistas a Tamaraceite, la movilización ciudadana se dispersó violentamente y el alcalde junto con parte de su corporación huyeron por las fincas de plataneras para evitar su captura y muerte. En pocas semanas en algunos casos y en meses en otros fueron capturando a gran parte de los fugados y unos pocos se entregaron, encerrándolos en el cuartelillo de la Casa Consistorial del Ayuntamiento de San Lorenzo, desde donde los sacaban para torturarlos en la soledad de Los Giles.
En uno de los registros y en la humilde casa de uno de los fugados, el sindicalista, Francisco González, un falangista vecino de Tamaraceite asesinó al bebé de 4 meses, Braulio González, donde delante de sus hermanos y de su madre lo sacó de la cuna y le destrozó su frágil cabecita contra la pared. Este suceso refleja la brutal represión contra cientos de vecinos de San Lorenzo, Tenoya, Tamaraceite y de otros barrios del municipio de San Lorenzo, donde se torturó, se violó a mujeres y se desapareció a militantes de la izquierda, posiblemente en el Pozo de Tenoya o en la Sima de Jinámar.
La estrategia era clara y tuvo como objetivo el amedrentamiento generalizado de los habitantes de un municipio, que había votado masivamente al Frente Popular. Los señoritos no podían perdonar a quienes habían luchado por los derechos laborales y en contra de las injusticias y abusos de una oligarquía sanguinaria. Por todo ello imputaron a un amplio grupo de vecinos en el Consejo de Guerra, Causa nº 33/36, instruida por delito de adhesión a la rebelión, presidido por el Teniente Coronel, Manuel Cuartero Martínez, actuando como vocales los Capitanes, Guillermo Siso Pedros, Daniel Rodrigo Macías, Fernando Delgado Ríus, Candido Luis Salazar, Melchor Camón Gironza, entre otros militares fascistas, que mancharon sus manos de sangre inocente, quedando en la historia negra de Canarias como integrantes y responsables directos del genocidio y la muerte de miles de canari@s.
El fruto de este injusto proceso sentenció a muerte el 26 de enero de 1937, al Alcalde de San Lorenzo, Juan Santana Vega, al Secretario Municipal, Antonio Ramírez Graña, al Inspector Jefe de la Policía Local, Manuel Hernández Toledo y a los sindicalistas vinculados a dicha corporación municipal, Matías López Morales y Francisco González Santana, que fueron fusilados el lunes 29 de marzo del mismo año en el Campo de Tiro de La Isleta a las 4 de la tarde.
Este día triste entraron en la historia los cinco de San Lorenzo, unos hombres jóvenes, humildes y comprometidos en la lucha por un mundo mejor. Entregaron su vida por la democracia y la libertad y han obtenido un reconocimiento más de 70 años después, gracias al esfuerzo de sus familiares, que lograron en una larga lucha y con muy poco respaldo institucional, que se erigiera un monumento en su honor en el Parque de La Mayordomía (Tamaraceite), la instalación de rótulos con sus nombres en 4 calles y en una plaza de este actual distrito de Las Palmas de Gran Canaria.
Hoy en día su ejemplo tiene más sentido que nunca, precisamente en unos momentos de gravisima vulneración de derechos sociales y laborales, con reformas y durisimos recortes sociales orquestados por el capitalismo salvaje, el mismo contra el que lucharon heroicamente hasta su muerte, Juan, Antonio, Manuel, Matías y Pancho. Por este y otros motivos es tan importante su valioso legado de dignidad y coraje para las generaciones futuras.
La lucha sigue.
Francisco González Tejera
P.S: Quienes quieran conocer más acerca de estos tristes sucesos, pueden ver el documental La memoria interior pinchando aquí.