
Hubo en Tenerife un total de nueve menceyes, hijos de una tierra y hermanos de una sangre. El pacto que debió unirles para luchar contra quienes querían arrebatarles sus tierras y la libertad, no selló. Cuatro de éstos cometieron el mayor ultraje jamás vivido por los guanches y que fue entregarse a la causa española. La alta traición a su propio pueblo trajo consecuencias fatales para la entonces dividida isla. Con el devenir de los años, la Historia acarició estos sucesos y el precio que pagaron los traidores fue la evaporización de su memoria por parte de quienes permanecieron fieles.
Hoy los tiempos han cambiado, y parece que la traición tiene un coste muy bajo, quizá hasta una remuneración con palmaditas de espalda incluidas. Cuando José Manuel Soria López dio el salto a la “política nacional” para ostentar su cargo en el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, en Canarias se alegraron muchos borregos. “¡El ministro de los canarios!”, vitoreaban las reses. “¡Por fin tenemos a un representante en Madrid que defienda nuestros intereses!”, olvidándose de otras figuras, la más reciente de Juan Fernando López Aguilar, aunque para este ex su tierra quizá suponía más un castigo o un yugo que un orgullo.
Nada más lejos de la cruda realidad. Sí, sé que el lenguaje es caprichoso y sabe usted, sabio lector, que hago referencia a otra acepción –en masculino– de la palabra a consciencia remarcada. ¿Puede Canarias permitirse las prospecciones petrolíferas que el Estado Español ha regalado a Repsol?, ¿qué beneficios trae el petróleo para los poseedores legítimos de este recurso energético natural?.
El daño que un accidente de esta actividad industrial puede suponerle a Canarias sería demoledor. Está en juego un medio natural que hoy por hoy, nos sirve de sustento, pues es a través del turismo –competencia también del Señor Soria– donde reside la base de nuestra economía, mal que nos pese ante la degradación y la erosión que esta actividad del sector secundario ha supuesto para el Archipiélago. Desde Madrid se critica la posición que los canarios hemos adoptado ante la decisión que el regente ha tomado, por cierto, con una prisa sospechosa. Claro, es lo que tiene estar a más de 2000 km y exentos de todo riesgo.
Sin embargo, a pesar de todos los males, al final conformamos una sociedad digna y valiente, que se está moviendo para frenar este crimen, que está analizando de manera transversal, desde el conocimiento y desde el sentimiento, la sombra que se nos cierne. Pero no olvidemos nunca quién ha sido el artífice de este miedo que cada vez está más cerca de convertirse en una peligrosa realidad. A diferencia de los guanches de Achinet, no borremos la memoria, sepamos en cada momento quién nos está traicionando. Porque nos va a servir, espero que en un futuro cercano, para señalar cada minuto de nuestras vidas a aquel, que compartiendo una misma condición, decidió malvender a su pueblo por un aplauso en un salón en donde Canarias seguirá siendo su colonia, la única, favorita y desmerecida
Luis Miguel Azofra, 18-III-2012, Vandœuvre-lès-Nancy.