Este poeta gomero pretendió unir Canarias a través de la poesía. Y lo consiguió. Quienes lo hemos leído, lo sabemos. Quienes lo lean a partir de ahora, lo llegarán a saber. Siempre basculante entre un surrealismo propio y la poesía social que los tiempos le trajeron, Cabrera nunca cedió al panfleto ni a la mala literatura. Así de buen poeta era. Vivió como supo, pudo y le dejaron, a pesar de su militancia izquierdista. Sin embargo, nada de ello fue obstáculo para ir construyendo una obra generosa, profundamente enraizada, popular y de alto vuelo. Sintió las islas, todas, como su materia poética y, a la vez, la Isla como su territorio natural. Quiso que dejara de ser “silencio amordazado” y lo consiguió. Quienes lo hemos leído, lo sabemos. Quienes lo lean a partir de ahora, lo llegarán a saber.