Una compañía de teatro es algo maravilloso, un grupo de hombres y mujeres entregados a la tarea de representar textos que antes otros escribieron, darle vida a lo que no fueron una vez sino palabras en un papel. Una Compañía Nacional de Teatro une a lo anteriormente dicho la noble tarea de representar a un país, de dar a conocer lo mejor de su teatro y también dar a conocer entre sus connacionales lo mejor del teatro extranjero, en su propia lengua, con su propio acento. Así lo comprendieron y pusieron en práctica los irlandeses de finales del XIX. Hoy Irlanda es conocida también por ser una nación de literatos, entre los que los dramaturgos no son sus menores ejemplos.
Tuve la oportunidad recientemente de acudir a una representación del Teatre Nacional de Catalunya. La obra: Els baixos fons, de Maxim Gorki. Aunque mi conocimiento del catalán dista muchísimo de ser el necesario para poder entender por completo una representación teatral en esa lengua, no se me escaparon las muchas virtudes de una experiencia así. En pocas palabras, disfruté enormemente. Tener una compañía de teatro que represente a tu país, en este caso en tu propia lengua, con unos actores maravillosos, una puesta en escena impecable, un recinto dignísimo, con aportación privada y control público,… despertó en mí la sana envidia que otras veces he sentido. ¿No se podría hacer esto en Canarias? ¿No sería esto un estímulo fantástico para creadores y actores, que tendrían un espejo en el que mirarse y se sentirían espoleados a poner en pie experiencias propias? ¿Acaso no sería también un escaparate formidable para el habla canaria, que subiría a los escenarios como cualquier otra variedad del español sin necesidad de que los canarios se travistan de castellano-parlantes? ¡Qué lástima tan grande que los años de bonanza económica en las islas no se aprovecharan para poner en pie proyectos como éste y sí ahondar en la cultura de la subvención a fondo perdido! Esperemos que, paradójicamente, aprendamos en estos años de crisis que hay otra forma de hacer las cosas, para que, algún día, la Compañía Nacional Canaria de Teatro alce definitivamente el telón.