Rafael Arozarena renegó de Mararía, molesto con el éxito de su obra. Ya cercana su muerte, comprendió que si los lectores acogieron y acogen su novela con verdadero entusiasmo es porque es, en definitiva, una excelente novela. También es un retrato de Lanzarote como pocos la han descrito. La historia de esta mujer enigmática, de belleza turbadora, que va sembrando la desgracia por donde pasa muy a pesar suyo, es contada por los hombres que la amaron o simplemente la desearon, construyendo así Arozarena un relato poliédrico de fuerza arrebatadora, volcánica donde la intensidad de su drama o la amargura de algunos de sus diálogos no restan un ápice a la belleza de las descripciones. Quien lea Mararía, lee vida canaria, hecha literatura.