La imaginación, al servicio del desarrollo humano y de la protección del medio.
Leo con esperanza que Ecuador ha conseguido hacer avanzar la idea de que se puede salvar una parte de la selva del Amazonas si, en lugar de extraer de su subsuelo los millones de barriles de petróleo que allí yacen , la comunidad internacional compensa a este país por no hacerlo con, al menos, la mitad del dinero que obtendría si extrajera el crudo.
Esta medida, además de evitar una pérdida de biodiversidad irrecuperable y la expulsión de al menos dos comunidades que habitan este espacio, tiene la virtud de que el dinero seguirá un escrutinio que nunca hubiera existido si éste hubiera pasado por las manos de las multinacionales petrolíferas: el gobierno ecuatoriano se compromete a utilizar este dinero exclusivamente para proyectos de protección de la naturaleza y de desarrollo de energías renovables. Y, lo que no es menos importante, al contrario que en Guinea Ecuatorial y en tantos otros estados con regímenes despóticos, ese dinero no irá a parar a los bolsillos del gobernante (es un decir) de turno, sino que beneficiará al conjunto de los ciudadanos. Ahí es nada.
Esta iniciativa, sin embargo, se encontró al principio con el escepticismo -cuando no directamente con la oposición- de importantes personalidades políticas de diferentes puntos del planeta. Así, el ministro de Desarrollo alemán, Dirk Niebel, dijo en su momento que el principio de pagar porque no se extrajera el petróleo “crearía un precedente de consecuencias imprevisibles”. Alemania es ahora uno de los países que más contribuye, y lo hará con 48 millones de dólares en asistencia técnica.
Además de Alemania y otros países, entre los que se encuentran Chile, Colombia, Australia y España, a este fondo contribuyen una alianza europea de corporaciones locales, personajes famosos de Hollywood, establecimientos comerciales japoneses, empresas de bebidas refrescantes y fundaciones rusas, en lo que parece ser un reconocimiento generalizado de que en la conservación del planeta nos va la vida a todos, independientemente de dónde estén situadas las fronteras divisorias entre los estados.
Valga como dato que se calcula que Ecuador obtendría unos 7.600 millones de dólares si decidiera explotar estos recursos. Con esta iniciativa espera recaudar no menos de la mitad de este dinero. Y nosotros nos evitaremos tener que respirar unos 400 millones de toneladas de dióxido de carbono, la cantidad de CO2 que se liberaría a la atmósfera de ponerse en marcha el proyecto de explotación petrolífera que se ha logrado detener por el momento.
Porque, no lo olvidemos, con los 116 millones de dólares que se han recaudado hasta ahora, se ha logrado detener la extracción de los primeros millones de barriles de crudo. Pero la historia aún no ha terminado. Tendremos que seguir vigilantes. Eso sí, con el calor de la esperanza en nuestros pechos.