Si me preguntaran qué refrán define mejor a los canarios, a riesgo de cometer los errores que conlleva toda generalización, diría que es el siguiente: «vale más un mal arreglo que un buen pleito». Y así nos va. De mal arreglo en mal arreglo, tenemos el país poco aseado. Por eso me alegra que de vez en cuando, cualquiera que sea la ocasión, baje el canario a la arena y se faje, defendiendo principalmente su dignidad, que no es sino otro nombre para la autoestima. No estamos acostumbrados. La colonialidad no nos enseñó cómo se hace eso. Era preciso hacernos creer que éramos apocados y que otros tenían que defendernos pagando por ello un precio. Tenemos que aprender a defendernos solitos, por nosotros mismos y aún así a veces lo haremos mal, con insultos, cayendo en las provocaciones, cometiendo errores,… pero eso es aprender, al fin y al cabo.
Todo esto viene a cuenta de las reacciones en las últimas semanas a dos provocaciones que andan circulando por ahí. La primera ya es antigua en este mundo frenético de las redes sociales. Se trata de las innumerables respuestas que recibieron los grupos de Facebook en los que se denigraba a Yahel, el niño surfero de Tenerife, su forma de hablar, su aspecto físico, etc. Camuflado bajo el buenrrollismo que tanto abunda en internet, el desprecio castellano a quien no es como ellos. ¡Tan previsible! La segunda es más reciente. Se trata de lo que la cadena progre y monclovita española, La Sexta, considera humor: llamar a los canarios, atrasados, básicamente. Ni en cuanto a línea informativa ni niveles de audiencia, diría yo que La Sexta es un ejemplo de adelanto, pero bueno,… Esta vez la respuesta canaria viene con humor y yo se la dejo por aquí porque me parece genial que la gente se defienda y no agache la cabeza. Que evitar los pleitos en la Historia de Canarias no ha traído sino problemas mayores. Y así estamos.