Quienes por interés, desconocimiento o mala fe, insistían en achacarnos a los nacionalistas canarios los males del nacionalismo vasco y, muy especialmente, las consecuencias derivadas de la actividad criminal de ETA, lo tendrán a partir de la excelente noticia de ayer, bastante más difícil. Dejo para los vascólogos el análisis sobre los más de cuarenta años de existencia de la banda y los innumerables interrogantes sobre el presente y el inmediato futuro: la reconciliación en la sociedad vasca, la situación de los presos, la viabilidad –o no- del proyecto independentista,… Quiero centrarme hoy en lo que me parece evidente pero no abordarán la inmensa mayoría de columnistas. La criminalización o arrinconamiento ideológico, mediático, etc. de los nacionalismos serán a partir de ahora más complicados por parte de los que han hecho de su idea de España su programa político y martillo de herejes. En esta idea se encuentran no pocos sectores de los mundos del PSOE y PP, también IU, y el nacionalismo español de rancio abolengo que –es mi impresión- se encuentra ahora a contrapié ante la desaparición de su más fiero enemigo. La incrementada presencia de los nacionalismos en las Cortes de la próxima legislatura será un molesto recordatorio para quienes vivirían más felices instalados en su simulacro de España federal pero, ¿quiénes portarán la antorcha ahora de ser los máximos conspiradores contra la sacrosanta unidad de España? ¿Los malvados e insolidarios catalanes? Por descontado que los habitantes de las colonias ni están ni se les esperan.
De paso, quienes desde las filas del nacionalismo – independentismo canario, sucumbieron al relato romántico de los nobles gudaris que se escondían en el monte para luchar por Euskal Herria, tendrán también, a partir de la excelente noticia de ayer, una inmejorable oportunidad para cultivar el pensamiento autocentrado y dejarse de mirar al norte de Gibraltar, como buscando soluciones que debieran ser más de andar por casa. No existe problema nacional más propio y particular que el canario. Su desenredo jamás pasará por imitar –algo tan canario- lo que en las naciones continentales europeas hagan o dejen de hacer. Ser nacionalista es incompatible con ese estúpido endiosamiento en el que se sostuvo durante años a lo que hoy llamamos izquierda abertzale. Yo también merodeé ese jardín prohibido, ¡ay! ¿Acaso no era eso sino otro síntoma de nuestro propio desconocimiento y la incapacidad de pensar y actuar en clave canaria, sin buscar tutelas? ¡Qué ceguera tan tremenda! Aquí lo dejo. Me apetecía compartir con ustedes no sólo la alegría por la desaparición del mapa de quienes se creían con la legitimidad de aniquilar a quien pensaba diferente, sino también un par de detalles que a mi juicio irán ganando peso en los próximos años. Y es que, como decía mi entrañable Pepe Monagas, “lo malo de esto es lo bueno que se está poniendo”.
P.S: Esta entrada, que hoy rescatamos, fue publicada por primera vez el pasado 21 de octubre, tras el anuncio del abandono de su actividad por parte de ETA.