Hace dos años y de la mano de la Entidad de Conservación del Polígono Industrial de Arinaga (ECOAGA), conformada por los propietarios de suelo de este espacio industrial y el Ayuntamiento de Agüimes, se celebró en este municipio un congreso de áreas empresariales españolas. Fue sin duda una ocasión interesantísima para el intercambio, los contactos y la apertura hacia nuevos horizontes.
Durante estos días hemos repetido la experiencia de un encuentro, esta vez de ámbito canario, con la vocación rotunda de auspiciar un espacio para, en medio de la dramática situación que vivimos, reflexionar y profundizar sobre lo que está sucediendo en el mundo, a donde nos lleva y cómo remar en contra de esta crisis y, sobre todo, indagar en la realidad canaria, en la mejora de la competitividad de nuestras pequeñas y medianas empresas y la industria local, en la búsqueda de alternativas, en la búsqueda de oportunidades desde la transformación de un modelo caduco e insostenible, en la puesta en común de las distintas realidades insulares, tan cercanas y tan lejanas a la vez.
A nadie se le esconden en estos momentos las causas de la crisis, pero no está de más recordar, a vuela pluma, que tuvo su origen en el comportamiento salvaje del sistema financiero, desregulado e inundando los mercados de productos de enorme riesgo. Con la complicidad de los bancos centrales –defendían desde el neoliberalismo que cuanto menos control mayor sería el crecimiento de la economía- nos anegaron de hipotecas basura y créditos fáciles hasta conseguir el sometimiento de las pymes y de las familias, lo que produjo un fuerte empobrecimiento de la población, el aumento enorme del desempleo y por consiguiente la caída del consumo y el sacrificio de las pymes y los autónomos antes que nada. Al tiempo lograron poner a los estados de rodillas e hicieron que éstos pusieran a su disposición cantidades ingentes de dinero para salvar al sistema mientras desde el Ibex, paradójicamente, ganan miles y miles de millones de euros, pagan a sus ejecutivos como nunca y la banca restringe los créditos ahogando las posibilidades de que se pueda reflotar la economía desde las pequeñas y medianas empresas locales y las familias. Frente a una población joven muy cualificada y a emprendedores con enormes ganas de salir adelante, cierran el grifo de los préstamos con total impunidad. Para más escarnio se cargan el control público de las cajas de ahorros, instrumentos financieros cercanos y familiares, las sanean con dinero público y las ponen en el mercado al mejor postor ante el asombro y la impotencia general.
Con absoluto despotismo la gran banca se adueña de nuestro futuro y obliga a los países, después de que se endeudaran para inyectarles capital, a recortar el déficit y la inversión pública, provocando más paro y la desaparición de muchísimas pymes. Y como consecuencia de la exigencia de la ciudadanía de que sea el Estado el que solucione la situación creada, algo a todas luces imposible, se produce una grave quiebra de la confianza en la política y los políticos y, por consiguiente y de manera peligrosísima, en la democracia.
Y estamos hablando de que de los casi tres millones de empresas que existen en España, las microempresas de 0 a 9 empleados son el 94,5%; de 10 a 49 el 4,7% y de 50 a 199 el 0,7%. No importa el sacrificio de tanta gente. Si caen las pymes, cae el empleo y si cae la obra pública, caen las pymes y el empleo, pero el Estado prefiere entregarse a los mercados y así nos va.
Y lo mismo sucede con la industria, reiteradamente abandonada a su suerte. Más allá de la aprobación de una rimbombante Estrategia de Desarrollo Industrial de Canarias 2009-2020, sin compromiso financiero alguno, ni por la Comunidad ni por el Gobierno central, la realidad es que su fragilidad es tremenda. De los 736.234 empleos existentes en Canarias a diciembre de 2010, 28.831 –el 3,92% del total- pertenecían a la industria manufacturera y en la última década se han destruido en esta tierra más de catorce mil empleos en el sector. La producción industrial en Canarias ha descendido en los últimos tres años en más de un 15%. El Valor Añadido Bruto está en torno al 9%. En el último año, las empresas industriales canarias representaron el 4,57% del conjunto empresarial español, muy lejos del promedio estatal (7,64%), ocupando el penúltimo lugar de las comunidades autónomas. Frente a Cataluña, con un 25%, Canarias apenas aporta un 1,5% a la riqueza generada por el sector industrial en España.
Por eso se hace cada vez más perentoria la búsqueda de un nuevo modelo que tiene que surgir de encuentros como este. Del encuentro y la unidad de las organizaciones empresariales, las instituciones públicas y los trabajadores. Tenemos por delante muchos retos que tienen que pasar necesariamente por gravar a los bancos para generar recursos, obligarles a dar la cara y a abrir los créditos a las pymes y por romper las ataduras que nos obligan a hacer recortes sociales desmotivadores y alienantes y a recortar las inversiones públicas. Debemos aprovechar momentos como éstos para insistir en la potenciación de los apoyos logísticos ligados al conocimiento, la innovación, el desarrollo tecnológico y la investigación, donde estamos a 35 puntos de diferencia con la media española; en mejorar la conectividad entre las islas y en cada una de las islas; en mejorar las infraestructuras de las áreas comerciales e industriales, muchas de ellas en estado lamentable; en poner a disposición de los emprendedores nuevo suelo, más barato y sin la pesada maraña burocrática que nos asfixia; en potenciar los productos locales para librarnos de la dependencia exterior; en trabajar por el reciclado y el tratamiento de los residuos que tanto encarecen la producción y que tanto daño producen al medio; en disminuir la dependencia de los combustibles fósiles y apostar decididamente por las renovables; en mejorar la competitividad y la productividad; en democratizar los instrumentos del REF; en abrirnos a mercados exteriores como el africano, al que tanto hemos dado la espalda; en recabar las ayudas precisas del Estado para que podamos hacer frente, en igualdad de condiciones, a las reconversiones soterradas, que se han ido produciendo en los últimos años sin financiación alguna, y para plantar cara a la carestía de la energía y los transportes para abrir ventanas a nuestro comercio exterior. Y me parece que estamos en un momento crucial para defenderlo.
Antonio Morales Méndez es alcalde de Agüimes