Son demasiadas las páginas de la Historia canaria que están por escribir. Siglos de descentramiento y sucursalismo no dejan a nadie indiferente. Sin embargo, para ser justos, cada vez van siendo menos las historias por contar, porque se abre paso una nueva conciencia sobre Canarias, nacida sin duda de la necesidad de comprendernos y explicarnos: esa necesidad que nadie puede satisfacer por nosotros. Lo que humildemente digo, pienso que vale tanto para la historiografía como para cualquier ámbito de la creación humana, también para los estudios culturales. Y es aquí donde precisamente hay que inscribir la interesante obra de Alejandro Ramos Martín, La discografía canaria del siglo XX, un apasionante recorrido por la creación musical popular de las islas desde 1962 hasta 1999.
El trabajo de Alejandro Ramos se presenta modestamente como “catálogo comentado”. No hagan caso. Estamos ante un texto que va mucho más allá de la apostilla, como no podía ser menos siendo su autor un privilegiado observador-participante. Ramos, músico, productor, realizador, animador de la escena rockera insular de los últimos veinte años,… desgrana datos, descripciones, historias –en plural- que van pergeñando el relato de buena parte de la juventud canaria de las décadas pasadas. Conocemos así de su mano los inicios del rock en las islas, cuando éstas no miraban embelesadas a todo lo que venía de Madrid, simplemente porque los referentes de los canarios estaban en el Reino Unido y éramos más cosmopolitas porque no éramos de provincias. Era la nuestra una sociedad post-colonial en la que el rock como producto cultural llegó por la misma vía que las galletas inglesas o los pick-ups. Surgieron así, al soco de nuestros muelles, un buen puñado de grupos a la cabeza de los cuales destacaron Los Ídolos, con el carismático Teddy Bautista como líder. Años más tarde, ya a la conquista de los Estados Unidos, para ser ellos mismos, pasaron a llamarse The Canaries y luego Los Canarios. ¡Qué paradójico cuando algunos canarios piensan que para triunfar tienen que esconder sus orígenes!
Luego vendrían más bandas, rock más duro, el despertar de nuestra música popular, de autor, más comprometida política y socialmente,… Habrá que añadir la era digital, el pop-rock de los noventa, como vehículo de expresión de una generación sin sueños ni utopías; el auge del timple solista… Se desliza además entre las líneas de este libro un análisis no exento de velada crítica acerca del escaso músculo de las discográficas canarias, el papel de sus homólogas estatales, más interesadas en la asimilación que en la promoción de un producto cultural genuino. Como regalo final, un mimado CD con 108 temas en formato MP3 de los solistas y grupos objeto del libro.
Son pinceladas de un lienzo que animo a todos a contemplar. Es el relato de los esfuerzos de mucha gente que se propuso expresarse, cambiar el mundo o, simplemente, divertirse a través de la música. Muchos de ustedes descubrirán grupos que no conocieron en su momento. Otros recordarán a quien nos hizo vibrar en aquel parque o en aquel terrero. Sentirán, como yo, que, de alguna manera, les devuelven algo que les pertenece, retazos de su vida. En definitiva, una más de las páginas de nuestra Historia, la que hoy ya, por fin, estamos escribiendo.
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