«El equipo de ingenieros y técnicos alemanes encargados de elaborar los estudios de viabilidad en la Isla del tren de alta velocidad llamado transrapid […] ha dado su visto bueno para la construcción del ingenio en Tenerife, una vez analizado el territorio por el que se pretende implantar».
Así comenzaba la noticia que publicó El Día este mismo lunes. Los expertos, alemanes, que deciden la viabilidad del tren, alemán, que están desesperados por vender dicen que se adapta bienísimo a la orografía tinerfeña. Bienvenidos a un nuevo capítulo del culebrón Transrapid, auténtico laberinto de pasiones en el que nada es lo que parece y donde los giros inesperados del guión hacen palidecer al folletín más delirante.
Para empezar, el artículo tiene más de propaganda que de noticia, puesto que no aporta información novedosa. El resultado del estudio estaba cantado desde que se encargó, y es que nadie niega que el tren magnético se adapta mejor a una orografía accidentada como la canaria. La madre del cordero está no precisamente en las características técnicas del maglev, sino en que resulta una inversión ruinosa, tal y como ya adelantábamos el pasado mes de diciembre.
El valor informativo del estudio de viabilidad radica, sin embargo, no en sus conclusiones, sino en sus autores. También en diciembre pudimos leer que «en declaraciones a los medios, Ricardo Melchior ha resaltado que en este estudio participan un instituto alemán especializado en el Transrapid, Thyssenkrupp, Siemens y técnicos de Metropolitano de Tenerife«.
Vayamos por partes: seguramente el instituto especializado al que se refiere el presidente del Cabildo de Tenerife es Vössing, que casualmente ya desempeñó el papel de asesor en el proyecto de unir con un Transrapid la ciudad de Munich con su aeropuerto. Aquel proyecto fracasó estrepitosamente al doblarse los costes de la noche a la mañana, lo que motivó su abandono, con el consiguiente restregón para la reputación tecnológica germana. Ahora Vössing vuelve a la carga, en Tenerife esta vez, y con la participación en el estudio de viabilidad de Peter Mnich, profesor de la Universidad Politécnica de Berlín, más conocido como experto y ferviente defensor de la tecnología de levitación magnética. Al parecer, Vössing también se encarga de las labores de marketing del proyecto Transrapid en Tenerife. En cuanto a Siemens y ThyssenKrupp, se trata de las empresas que se encargarían de la construcción y mantenimiento del tren magnético, aparte de ser las propietarias de las patentes que conlleva el sistema Transrapid. Cara al público insisten en la prudencia y en que no hay ningún proyecto concreto, ambigüedad calculada por las críticas aceradas al Transrapid en Alemania, pero puertas adentro parecen estar más esperanzadas de lo que dan a entender. Por su parte, Metropolitano de Tenerife es una sociedad anónima participada en un 80% por el Cabildo de Tenerife. ¿Ven cómo estaba cantado el resultado del estudio de viabilidad? El famoso estudio no tiene ni rastro de la más mínima imparcialidad e independencia.
Que consulte con expertos verdaderamente independientes es precisamente lo que le recomienda Rupert Rompel al presidente del Cabildo en este elocuente artículo, que publica el Wochenblatt del Puerto de La Cruz. Rompel señala que «Claro que con el catedrático Peter Mnich, de la Universidad Politécnica de Berlín, el estudio de viabilidad tiene a su disposición como asesor a uno de los más renombrados representantes y defensores de la tecnología maglev (levitación magnética) y por tanto del Transrapid. Así es fácil de prever el resultado del estudio». «La rentabilidad del proyecto en la práctica plantea serias dudas. También los proyectos [Transrapid] alemanes resultaban viables en la fase de planificación, pero porque partían de unas cifras de pasajeros infladas y completamente irreales. El proyecto en Tenerife se enfrentaría a las mismas dificultades: 120 km de recorrido total con 13 paradas, o sea ni 10 km entre dos puntos. En teoría, suficiente espacio para acelerar hasta los 300 km/h para luego reducir de manera soportable para los pasajeros, pero económicamente un completo sinsentido. ¿Y cuántas personas viajarían todos los días de Santa Cruz a Las Américas en 34 minutos -como promete el estudio-, paradas incluidas, ida y vuelta? Los supuestos costes de inversión de «en torno a 3000 millones de euros» tendrían que ser ya el límite máximo; pero en Shanghai el proyecto costó unos 45 millones de euros por kilómetro, lo que supondría unos 5.400 millones de euros para los 120 km de Tenerife». Recordemos también que en Munich el proyecto pasó de 1850 millones de euros a 3400 millones como por arte de magia.
Rompel apunta un posible motivo para el empeño «magnético» de Melchior: «El señor Melchior sería el primer político de Europa en llevar esta tecnología a la práctica con éxito». ¿Será la vanidad al final el motor de todo este tinglado? Desde luego, los alemanes parece que le tienen cogido el güiro al presidente cabildicio, según se puede leer en el prestigioso Süddeutsche Zeitung: «Está por ver si Tenerife le insufla nueva vida al proyecto Transrapid, y no sólo porque no esté claro que haya planes concretos. Melchior, preboste de la isla, acostumbra a llamar la atención una y otra vez con ideas más o menos originales: en su día invitó al recién elegido presidente estadounidense, Barack Obama, a una visita de Estado para ‘dar una nueva dimensión’ a las relaciones entre la isla (900.000 habitantes) y Estados Unidos. Hasta ahora los Obama no se han dejado ver, y cuando la esposa del presidente veraneó el pasado año en España, lo hizo en Marbella».
Por si les parece poco enredo, poca vanidad y poco glamour para un culebrón, no se pierdan lo que viene ahora: al Transrapid tinerfeño le salió otro ferviente admirador de muchos kilates, otra voz autorizadísima que no duda en fajarse por defender el tren magnético. Se trata nada más y nada menos que de Rudolf Schenker, guitarrista y fundador del grupo de rock Scorpions, que vino a Tenerife para apoyar el Transrapid, no sabemos muy bien en calidad de qué, la verdad. Aunque parece que el ser músico y apoyar el Transrapid es todo uno, Schenker es ya el segundo rockero alemán que apoya el proyecto. Qué curioso. ¿Por qué esa querencia rockera por los trenes magnéticos, me pregunto?
Sea como fuere, se ve que el hombre viene bien aleccionado: «Me marcho encantado con el equilibrio natural que tiene esta tierra; con el respeto con el que tratan la combinación turismo-medio ambiente. Estoy seguro de que volveré, aunque sea para descansar«. Me lo pica menudo para la cachimba, que para eso el señor Schenker es «una de las personas de mayor influencia de Alemania» y «líder del rock». Lo dice melchior en esta entrevista sin desperdicio. Casi nadita.
Estando así las cosas, no nos queda otra que esperar el siguiente capítulo de esta novela, precisamente el que habrá de aclarar «el detalle financiero y las operaciones que se podrían realizar para que el Transrapid pueda ser construido«. Ese, y no otro, será el plato fuerte de este completo folletín, en el que no faltan intrigas, galanes, artistas, poderosos empresarios, prebostes, amén de unas gotitas del tan necesario glamour.
En descargo de Schenker y los Scorpions quiero reconocer que ellos hace años que venían avisando con esto de los trenes