Hoy al mediodía escuché a Angela Merkel decir que Alemania y Europa no pueden hacer como que la catástrofe nuclear de Japón no va con ellos, y que Alemania suspende su reciente decisión de alargar la vida de las centrales y revisará la seguridad de sus 17 plantas. Suiza suspende las licencias para construir nuevas centrales y comprueba la seguridad de las que ya tiene, mientras Austria pide una prueba de resistencia de las centrales europeas. Mañana se reúnen los ministros de energía de la UE con expertos y directores de plantas nucleares para tratar la cuestión de la seguridad. Uno se pregunta si era necesario esperar a que se diera una catástrofe como la de Japón para que estos señores tan sesudos se plantearan los riesgos de la energía nuclear en caso de desastre natural, o si hasta ahora ha primado la seguridad (frente a rentabilidad, por ejemplo) en las decisiones sobre nucleares, o si España tomará ejemplo de Alemania.
Hoy por la mañana escuché a Benicio Alonso en El Correíllo. Le preguntaron sobre su reciente propuesta de montar centrales nucleares en Canarias, a la luz de la alarma nuclear japonesa. El hombre se salió por la tangente, orilló el asunto que en tan mal lugar lo deja y se agarró a otra panacea energética, según él tan necesaria para Canarias: las plantas regasificadoras. Casualmente, también le entraban las prisas gasísticas estos días al presidente Paulino Rivero, que en esto coincide con otras personalidades de nuestra política.
Conque mientras medio mundo se replantea la idoneidad y seguridad de instalaciones energéticas peligrosas frente a desastres naturales incontrolables, en Canarias, territorio volcánico, nuestras lumbreras pisan el acelerador precisamente en dirección contraria. El gas licuado no es radiactivo, pero es volátil y difícil de manipular, un accidente tendría consecuencias devastadoras, que no cuesta imaginar en Canarias, con polígonos industriales junto a las hipotéticas regasificadoras y núcleos de población que estarían a escasos kilómetros de distancia.
Otros han explicado mejor que yo la trama de intereses que subyace a este emperramiento por el gas, hasta el punto de relegar la seguridad de miles de familias a un segundo plano. Con este trasfondo, resulta tragicómica la declaración de Rivero de que «el Gobierno tiene el mandato de cumplir el Pecan». El mismo Pecan que lo obliga a alcanzar un 30% de generación eléctrica mediante renovables en 2015. De momento vamos por el 4%, y quedan 4 añitos de nada. Se ve que ahí no hay tantos escrúpulos. Guárdeme una cría de esa echadura.