No se recuerdan, yo al menos no las recuerdo, elecciones más interesantes que las próximas. Acostumbrados como estábamos al juego de la sillita musical entre CC, PSOE y PP por el cual uno se quedaba siempre de pie al dejar de sonar la música, sorprende lo que parece confirmado: en las próximas elecciones habrá otros –no serán nuevos ni quizás muy diferentes – partidos políticos en el Parlamento de Canarias. Los candidatos más probables a sumarse a la sillita musical serán Nueva Canarias en virtud de su alianza con el PIL y, quizás, Socialistas por Tenerife, si finalmente acepta formar parte de esta troika.
No insistiré en la perversión de la Ley Electoral canaria, que conocen tan bien como yo, y en las dificultades de cambiar la misma si no es desde dentro mismo del Parlamento. Incluso aunque esa por hoy hipotética troika lograra, digamos, en torno a diez diputados, siendo optimistas, cuesta creer que los principales beneficiados de la injusta normativa electoral se avengan a reformarla, tirando piedras contra su propio tejado. Uno tiende a pensar que, una vez dentro de la sede de Teobaldo Power, las cosas se volverán a ver de otra manera. Casos conocemos de políticos que mientras disfrutaron de los “beneficios” de la citada ley, poco hicieron por reformarla, mientras que ahora que no gozan de sus encantos la critican y combaten abiertamente. Y es que, como dijera un político británico, “el poder desgasta, pero más desgasta la oposición”.
No seré yo el fiel de la balanza que diga quién es sincero en su intento de cambiar la Ley electoral y quién se volverá a encaramar a la misma tan pronto tenga oportunidad. Cuesta discutir acerca de estas cosas cuando las posibilidades son múltiples y el juego está tan abierto. Sólo diré lo que me parece evidente: en caso de conflicto entre los intereses de los partidos políticos y los intereses de la sociedad, pocos ejemplos conozco yo en los que se hayan antepuesto los segundos. ¿Y ustedes?