Esta imagen me la encontré hace poco pintada en la puerta del Estadio Insular de Las Palmas. No se me ocurre un lugar más emblemático y más emotivo para los aficionados al fútbol de la isla que esa entrada a nuestro antiguo estadio, donde vivimos tantas cosas tantos años, en primera persona y en la imaginación al escuchar el relato de gestas futbolísticas que nuestros mayores nos contaban cuando éramos chiquillos. Y ya lo ven, el lugar más noble y más querido para el aficionado de la UD Las Palmas es el escogido para esta imagen.
Me crie en Gran Canaria, en un hogar presidido por la famosa foto del meteosat del archipiélago canario, igual que tantos otros hogares parecidos y presididos por la misma foto, en el lugar de honor. Crecí oyendo cómo en Tenerife se come mejor que en ningún otro sitio, visité de chinijo todas las islas con mis padres, y oí a menudo la historia de cómo mi abuelo cogía el barco con toda la familia para ir a las fiestas del Cristo de La Laguna, a festejar a casa de su compadre lagunero. También vibré con el fútbol, canté los goles de la UD, sobretodo los que le metía al Tenerife, el archirrival futbolístico. Y canté los goles del Tenerife frente a cualquier otro combinado, el Tenerife fue también mi equipo con pique y todo, para eso era un equipo canario.
Leo en la prensa de hoy que el derbi canario ha sido declarado de alto riesgo por la comisión estatal contra la violencia. Esta imagen en el Estadio Insular, sin embargo, me demuestra que también en el mundillo del fútbol todavía queda gente que se acuerda de aquella foto del meteosat.