«El Cabildo estudia implantar el tren más moderno del mundo en la Isla». Así encabezaba El Día un artículo en el que describía los esfuerzos de Ricardo Melchior por traer a Tenerife el Transrapid, un tren monorraíl de levitación magnética. Este tren, de fabricación alemana, es más rápido que el convencional, se adaptaría mejor a la orografía tinerfeña, y el gobierno alemán estaría interesadísimo en implantarlo. Tanto que sufragaría la diferencia de coste (300 millones, según Melchior) que conlleva el Transrapid, más caro que el tren rápido convencional.
El propio Ricardo Melchior lo explica en una breve entrevista radiofónica, que les recomiendo que escuchen: el tren convencional lo paga Fomento, y el Cabildo de Tenerife está negociando con los alemanes para que le dejen el moderno al precio del convencional, conque a Tenerife la jugada le saldría poco menos que gratis. Además, según Melchior el Transrapid atraería unos 300.000 o 400.000 turistas alemanes más al año, que vendrían a Tenerife para poderse subir al tren porque es el gran orgullo de la industria germana y portento tecnológico sin par, que ni cinturones de seguridad tiene de lo suave que frena (tampoco los tienen otros trenes rápidos como el TGV o el ICE porque no frenan en seco, pero eso no parece saberlo Melchior). Con esta tonga de parabienes, es lógico que el presidente cabildicio califique de egoísta a todo aquel que se oponga al tren, o lo que es lo mismo, al progreso.
También el Diario de Avisos canta loas al Transrapid: «Este es Transrapid, el tren que quiere Tenerife». El artículo incluye este «interesante reportaje emitido recientemente por la televisión alemana», al que también aludía Melchior en la entrevista:
Y sí, el reportaje es muy interesante, pero no porque confirme que el proyecto tiene buenas perspectivas; no porque respalde el entusiasmo del presidente del Cabildo, sino por todo lo contrario: sorprendentemente, el reportaje alemán es muy escéptico e incluso crítico con la idea de traer el Transrapid a Tenerife.
El programa comienza rememorando una canción de 1972 titulada «Un tren a ninguna parte». Si eso es orgullo por la «joya tecnológica», desde luego no lo parece.
Algo después interviene el Secretario de Estado de Transportes alemán, que dice ser optimista con respecto al estudio de viabilidad, cuyas conclusiones se publicarán en marzo de 2011. Justo después, en el minuto 2:10, la voz en off explica: «Y es que está obligado a ser optimista, puesto que el gobierno federal lleva décadas invirtiendo mucho dinero en la promoción del tren magnético». El subtítulo en el vídeo, por cierto, no se entiende y poco tiene que ver con el original.
El vídeo también expone que Siemens y ThyssenKrupp andan buscando clientes a quienes vender un proyecto que en Alemania ha sido un completo fracaso, y que en 30 y pico años consiguieron «colocar» una sola vez, precisamente a Shanghai. El gobierno alemán, como es lógico, también se alegraría con la venta a Tenerife, después de haber invertido tantos millones durante más de tres décadas en un tren que nadie más quiere. Con razón dice Ricardo Melchior que el gobierno de Merkel está «deseoso de implantarlo».
Un breve repaso a la prensa alemana nos aclara cuál ha sido la trayectoria meteórica del Transrapid en las últimas décadas (el proyecto se viene desarrollando desde 1969, aunque para El Día sea el tren más moderno del mundo):
Die Welt relata cómo el Transrapid nunca ha superado un estudio de viabilidad, a pesar del interés que suscitó en su día en Estados unidos, Países Bajos, Bélgica o Irán (otros medios añaden a la lista Suiza, Reino Unido, Emiratos Árabes y Brasil). La tecnología que emplea, patentada hace 73 años, no resulta rentable. Sólo ha conseguido una línea de cercanías en Shanghai, costeada en buena parte por Alemania, que no entra en la ciudad y cuyo billete es bastante más caro que el normal (cabe dudar que en Tenerife el billete costara aproximadamente lo mismo que el de Titsa, como adelantan aquí). Pero, la gran pregunta: ¿cómo es que esta maravilla de tren alemán no tiene una sola línea en funcionamiento en Alemania? Sencillamente, el coste es tan desorbitado que no compensa, menos aún cuando la tecnología convencional también se va desarrollando y ya supera los 300 km/h. El TGV ha alcanzado la velocidad record de 553 km/h. ¿Por qué pagar entonces 3 ó 4 veces más para instalar el Transrapid?
Así se entiende que a los alemanes les cueste lo indecible exportar el invento en el que tanto dinero han invertido.
La revista Focus cuenta cómo el gobierno alemán cree que ahora vuelve a haber un rayo de esperanza para el Transrapid, aunque la industria no comparta ese optimismo. El Ministro de Transportes federal y varios Secretarios de Estado llevan meses viajando por el mundo para promocionar el tren magnético, «cuya tecnología se creía muerta». Siemens y ThyssenKrupp, sin embargo, dicen ver con desencanto las perspectivas a largo plazo, puesto que muchos proyectos similares al de Tenerife han quedado en nada, y declaran: «Es difícil de explicar que en el país que desarrolló la tecnología Transrapid no haya ningún trayecto que sirva de referencia». Aún así, el gobierno federal se aferra al proyecto. Expone Focus: «el gobierno ha pagado demasiado durante años: según cifras del Ministerio de Transportes, desde 1970 ha destinado unos 1500 millones de euros a la tecnología magnética. Para no tener que dar ese dinero por perdido definitivamente, los políticos se agarran una vez más al último clavo ardiendo. Esta vez se llama Tenerife».
Por su parte, el Handelsblatt aporta un dato muy interesante: el presidente del Cabildo remitió a un consorcio de empresas alemán un escrito que reza: «En referencia a su propuesta de realizar un estudio de viabilidad sobre la implantación del Transrapid como medio de transporte en la isla, me complace comunicarles nuestro acuerdo con el contenido y las condiciones» (traducido de la cita publicada en el Handelsblatt). Al parecer el ministro de transportes alemán utiliza esa carta como prueba de que ha aparecido un nuevo comprador interesado, para así negociar con el Ministerio de Finanzas una prórroga para la financiación del Transrapid y no darle carpetazo definitivamente. Los responsables del presupuesto ya se habían mostrado contrarios a seguir inyectando fondos en el proyecto.
Habría muchos aspectos más que tratar, como la cuestión de la fiabilidad y el mantenimiento, o las reticencias del Ministerio de Finanzas y los responsables del presupuesto en el Bundestag a seguir invirtiendo fondos en una tecnología que nadie quiere. La opción Tenerife no es realista, llegan a decir.
Con los datos expuestos, no obstante, creo que basta y sobra para darse cuenta de que en esta «joya tecnológica» no es oro todo lo que reluce. Habría que preguntarse por qué tiene tanto empeño Ricardo Melchior en el Transrapid, un supuesto adelanto cuyo presupuesto se dispara, que ningún país ha considerado rentable y que ni los propios alemanes han querido para sí. Más que un beneficio para Tenerife, el proyecto parece un regalo caído del cielo para ciertos políticos alemanes, que ahora ven una rendija por la que escaparse del escándalo que supondría admitir que se han despilfarrado grandes cantidades de dinero durante años en una tecnología inasumible en la práctica y que nadie ha querido comprar. Hasta ahora.
NOTA: Lean la segunda parte aquí