Ni en las infografías del tiempo nos deja tranquilos ese anacronismo político-administrativo que es la provincia. Hasta ahí nos meten la rayita entre Gran Canaria y Tenerife, como obstinándose en que no veamos Canarias como un territorio y siete a la vez. No encontrarán, entre todos los «hitos» del sucursalismo, artefacto importado más inútil y sin sentido que la provincia. Pudo tener sentido como vía de escape frente al insularismo tinerfeño del XIX y comienzos del XX . Hoy en día no es sino un elemento trasnochado, sin otra virtualidad que la que les comentaba más arriba. La isla, sólo la isla, es nuestra unidad político-administrativa propia y genuina. Todo lo que no sea construir el país desde la isla y viceversa, no dejará de ser uno, otro más, de esos tics por los cuales los canarios salimos fuera a buscar lo que no sabemos encontrar dentro. Sinceramente, no se me ocurre ahora mismo ninguna mejora de la calidad democrática del país que no pase por buscar un sistema institucional propio que acompañe a una Ley Electoral digna de tal nombre. O sea, saltarnos la dichosa rayita.