No están suficientemente estudiados, a mi juicio, los efectos del modelo turístico implantado en Canarias en la mentalidad colectiva, la autopercepción de los canarios. Sin embargo, leyendo artículos como éste, no es aventurado suponer que el servilismo, esa adhesión a la supuesta autoridad del otro, el turista, el tour operador, cualquiera,… gane terreno en el isleño medio. No hablaré ahora del más que cuestionable papel del Ejército en la isla de Fuerteventura. Otros lo hacen mucho mejor que yo y ahora me interesaba más centrarme en otros asuntos. Nada tengo en contra del turismo como industria económica. Al contrario, es justo reconocer que, junto al origen de innumerables desmanes urbanísticos y medioambientales de todo tipo, ha constituido un motor innegable de empuje de la economía isleña. Otra cosa es que la participación canaria en esta industria sea el chocolate del loro. Y, desde luego, volviendo al comienzo de esta entrada, bien diferente es que los canarios interioricemos el que nosotros debemos soportar los problemas estoicamente porque a los turistas “no se les puede molestar”, una lección que los empresarios majoreros parecen llevar en la médula grabada a fuego. También el periodista que redactó la noticia. Y hasta el lector incauto, inopinadamente, puede caer en esa creencia inveterada de que los canarios hemos venido a este mundo a servir a los demás: como esclavos, en trapiches, siendo exportados como parte del tributo en sangre o, ya en el siglo XXI, como obedientes trabajadores del sector servicios,… A mayor abundamiento, aquí debajo les dejo un vídeo de cómo la industria cinematográfica española nos retrataba a los canarios no hace tanto tiempo. Piensen en esto si un avión militar sobrevuela sus cabezas en Pájara.
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