A veces, son las cosas más nimias las que nos remiten a pensamientos más profundos. Así parece haber sucedido con el cambio de etiqueta del Ron Arehucas, una decisión aparentemente intrascendental que conlleva la sustitución del clásico mapa de las Islas Canarias, que dibujara Torriani en el siglo XVII, y del famoso lema en varios idiomas, “Canarias, cuna del ron”, por el sello de la Casa Real. La reacción no se ha hecho esperar. Más de mil setecientas personas se agrupan en la red social Facebook bajo el lema “Queremos la botella clásica de Arehucas”. El mensaje es claro: “ahora que Arehucas quiere conquistar el mercado fuera de nuestras fronteras, lo primero que hacen es eliminar cualquier muestra de canariedad de su imagen”.
Cuesta comprender una decisión así. Desde el punto de vista del marketing, no puede ser una decisión más desacertada la de borrar las tradicionales señas de identidad del producto, vinculadas desde su origen a Canarias, una marca que vende, mucho y bien. Hay que acudir a cuestiones que salen del ámbito de los estudios de mercado para tratar de vislumbrar una razón que explique este sinsentido. Seguramente, alguien –dentro de Arehucas o en la empresa, quizás no canaria, que les lleve estos asuntos- consideró que para aparecer ante el mercado como un producto global, nada mejor que eliminar cualquier rastro de identidad canaria de su etiqueta. Y sin embargo, un simple vistazo a las estanterías de los licores en los supermercados nos confirma lo desacertado de una decisión así. Todas las marcas que venden mucho tienen a gala su origen, algo que añade autenticidad y raigambre al producto. Piensen en el vino, pero también en los whiskies, los rones cubanos, venezolanos, dominicanos,… también las cervezas belgas o la Guinness irlandesa, con su famosa arpa,… y hasta la Sidra El Gaitero, ¡famosa en el mundo entero!. Todas presumen de cuna y tradición. Sólo Arehucas considera necesario, para conquistar el mundo, avergonzarse de su origen, borrarlo de su etiqueta, reflejar gráficamente el complejo de inferioridad larvado en la sociedad canaria.
Porque es de eso de lo que se está hablando. Detrás de este cambio aparentemente irrelevante, se esconde esa maldita minusvaloración de los canarios, esa escasa confianza en las propias posibilidades por las que algunos cambiaron la etiqueta del “gofio de millo” para poner “gofio de maíz”; por las que muchos experimentan súbitas conversiones al habla peninsular y su acento canario se puebla de “ces”, “zetas” y “vosotros” para salir en televisión; por las que los propios canarios, dócilmente, pensamos que lo canario es sinónimo de erróneo, vulgar, bruto, anticuado,… ¿Que toca salir de las islas? Bien. Tiremos todo nuestro patrimonio por la borda y vayamos corriendo a buscar a algún capataz. Alguien encarga el cambio de imagen de Arehucas tal vez a una empresa no canaria y el resultado es éste: una empresa que contaba con una altísima valoración en las islas y que ahora cuenta con un rechazo público abierto difícil de paliar a no ser que se rectifique.
Alguien, dentro de Destilerías Arehucas, debiera poner un poquito de cordura y por respeto a las gentes que encumbraron la empresa pero también por pura razón empresarial, comprender que nada ganan eliminando el mapa de las islas, las referencias a Canarias de la etiqueta de su producto estrella. Cinco siglos de tradición ronera en nuestras islas merecen otra altura de miras. Deberían sentirse tristes por haber malvendido el patrimonio histórico sentimental que el pueblo canario les había entregado y, a la vez, orgullosos de ver cómo un cambio de tal calibre en Arehucas no deja indiferente a nadie. Deberían comprender que el único camino que lleva al éxito es la lealtad a unos principios y valores que representar en el mundo. Comprender al fin que, antes que desdibujarse presentándose como un ron sin identidad, otro ron más en la estantería, tienen ante sí una excelente oportunidad para convertirse en una marca puntera, también fuera de las islas, llevando como estandarte a “Canarias, la cuna del ron”.
P.S: Este texto fue leído en la sección «La esquina», del programa «El correíllo», de Canarias Ahora Radio, a cargo de Juan García Luján, el día 16 de noviembre de 2010. Además salió publicado en el blog de dicho periodista, «Somos nadie», en la misma fecha.