No por mucho repetir aquello que dijera Juan Manuel Trujillo -“Canarias se ignora e ignora que se ignora”- vamos a acabar con ese secular mal nuestro, que hemos hecho nuestro,… Sin embargo, se hace necesario poner negro sobre blanco la historia ocultada de las islas, que es también la de sus creadores. Junto a la figura de Mercedes Pinto, ya recuperada ¿definitivamente? entre otras cosas por la dedicatoria el año pasado del Día de las Letras Canarias a su persona así como el inminente estreno de la película dedicada a la escritora lagunera, asistimos ahora a la reivindicación de la polifacética Josefina de la Torre. Escritora, actriz, cantante, empresaria teatral, impulsora de numerosas iniciativas culturales,… la grancanaria se nos presenta como una de esas figuras casi inabarcables. El excelente documental “La muchacha isla”, de Alicia Mederos, nos revela, a modo de collage, una figura que merece sin duda un mayor (re)conocimiento dentro y fuera de las fronteras canarias. Inauguradora de espacios simbólicos, como el mejor Cairasco, se adelantó a Manuel Padorno en su apropiación poética de la Playa de las Canteras. Fue, por tanto, fundadora, pero también continuadora. Epígono de los modernistas canarios, creció oyendo a Rivero, Morales, Quesada, Torón,… fue incluida por Gerardo Diego en la Antología de la Generación del 27, aunque hasta el final de sus días, su poesía sigue teniendo ecos de la tradición lírica canaria en la que por derecho propio se inserta. Acaso su vinculación a Lorca, Alberti, Salinas,… venga de la experiencia vital compartida del Madrid de los años 30 así como la traumática pesadilla de la Guerra Civil más que de una sintonía formal o estética. Luego, crear y vivir en la Dictadura, añorando a los amigos desaparecidos y también la isla, siempre la isla,… una magua que nos interroga en el presente para desterrar de una vez la ignorancia de nuestra ignorancia.