Consternación es lo que siento al enterarme de que le han dado unos días a la familia Medina Cáceres para abandonar la casa familiar, en Playa Blanca, Lanzarote.
Los tiburones inmobiliarios, con la complicidad de (i)rresponsables políticos sin escrúpulos querían apoderarse de ese pedazo de memoria que es la finca Berrugo, dando lugar a una lucha de 15 años que ha sido ejemplo de dignidad para toda Canarias.
Y ahora leo que los peces gordos han podido más. Que el dinero ensuciado ha podido más que la memoria del sudor y del amor.
¡Hay que joderse!