El truco es viejo: se selecciona a aquellas personas especialmente significadas en el ámbito de la lucha social. En Canarias es probable –aunque no siempre- que estas personas simpaticen o se declaren abiertamente como independentistas. Segundo paso: se investiga sus movimientos. Si por un casual han tenido algún contacto del tipo que sea con independentistas del País Vasco, como por ejemplo acudir a alguna charla, se puede pasar al siguiente paso. Tercer paso: suminístrese al periodista oportuno –normalmente alguno con ganas de destacar- una pseudoinformación del estilo “Interior vigila citas del entorno de ETA con separatistas canarios”, cargada de juicios de valor y frases como “Están perfectamente controlados”. Oportunamente, colóquese una foto en la que aparezcan banderas de las siete estrellas verdes. El periodista, tonto útil convenientemente manejado, se ha prestado alegremente a la ceremonia de la confusión por la que ser independentista y canario te convierte automáticamente en simpatizante de las aberraciones que ETA comete: asesinatos y secuestros, principalmente, a falta de legitimidad y apoyos políticos para que su proyecto se lleve a cabo. En la mayoría de los lectores, que sólo leen los titulares de las noticias, ya se habrá instalado el perverso silogismo: “los independentistas canarios son como los etarras”. Como le leí a un amigo, “aquí sólo vale el independentismo de El Día con el apoyo del Gobierno canario y el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife”.
Lo he dicho mil veces y lo seguiré diciendo las veces que haga falta: Tan legítimo es sentirse español y defender un proyecto político español, como no compartir ese sentimiento y defender un proyecto político no español, independentista, por ejemplo. Lo contrario sería una democracia secuestrada, donde sólo unos proyectos serían considerados legítimos mientras que otros serían perseguidos y criminalizados. No podemos permitir que se cercenen las ideas, nos gusten o no, cuando éstas han sido defendidas con la palabra. Las personas señaladas en el artículo que enlazo arriba no son terroristas ni asesinos ni secuestradores ni nada que se le parezca. Son personas honestas, combativas, coherentes con sus ideas. Son el tipo de personas que hacen falta en nuestra sociedad y no merecen que sean expuestas públicamente por lo que no son. Comparto con ellos un buen puñado de ideas y valores, seguramente más de una divergencia y ahora mismo me siento tremendamente solidario con ellos en esta encerrona que algunos han urdido. Les invito a todos a mostrar su repulsa ante una maniobra tan rastrera, que me provoca un profundo asco sólo superado por la propia existencia de ETA.