Sólo se pierde aquella batalla que no se da, la lucha que se abandona. Los viejos militantes saben esto bien y por eso perseveran, perseveran y perseveran. Recientemente, me he llevado dos alegrías. Se trata de dos iniciativas diferentes que quizás empujen en la misma dirección. Probablemente habrán oído hablar de la primera de ellas. Se trata del Manifiesto Otra Canarias Es Posible, un texto que como su propio nombre indica nos anuncia la posibilidad de construir otra Canarias bajo otros parámetros, sobre otros supuestos. Conviene leerlo. Y firmarlo, diría yo. Aunque, a mi juicio, el texto aterriza poco en los problemas concretos de las islas y despide cierto tufillo sucursulista de panfleto importado para la ocasión, no dudo de la buena intención de los autores del mismo que, entre otras cosas, dicen “ningún proyecto de (re)construcción social de Canarias, de salida de la actual situación de crisis, será posible si no se sustenta en el empoderamiento de un fuerte movimiento social articulado en torno a un modelo alternativo de país, que es más que una alternativa económica. Un modelo alternativo de sociedad, lejos de la individualista y egoísta que el neoliberalismo propone. Una sociedad que basada la cooperación, la participación, la democracia real, la igualdad de género… persiguiendo el siempre actual ideal republicano de Libertad, Igualdad y Fraternidad.” Además del gusto que da que se refieran a Canarias como lo que es, un país, uno piensa que este tipo de iniciativas son necesarias y hasta imprescindibles si en torno a ella se reúne gente genuinamente interesada en construir otra Canarias posible.
La segunda de las iniciativas no ha tenido por ahora tanta acogida ni mediática ni popular. La conozco bien pues yo mismo la vi nacer. Se trata de una recogida de firmas en la red contra “esta Ley de Financiación”. Trata de mover conciencias, generar un debate en la ciudadanía canaria en las islas y entre los canarios del exterior con el fin de que los diputados y senadores canarios, independientemente del partido al que representen, sientan tras de sí el peso de una sociedad consciente y movilizada, sanamente preocupada por lo que no es sino un nuevo atraco a mano armada a las islas por parte del Gobierno de España y sus apoyos en la Cámara Alta y Baja. Es, si se quiere, una suerte de aldabonazo a la dignidad política para que no se apoye esta Ley de Financiación Autonómica que tanto perjudica a nuestra tierra. Sin embargo, el punto de partida es difícil. Un tema tan importante como éste no parece despertar mucho interés más allá de a los círculos patronales y las dirigencias de algunos partidos. Los ciudadanos canarios parecen desconocer la importancia y el alcance de los recortes en la financiación al archipiélago, algo de lo que por ahora participan también nuestros diputados y senadores ¡Y sin embargo es tanto lo que nos jugamos!
Me permito invitarles a conocer y apoyar ambas iniciativas. Aunque no coincidan enteramente con alguna de ellas, otras vendrán que también necesitarán del apoyo de todos. Y, nuevamente, habrá que poner a un lado las diferencias para poder sumar y construir esa otra Canarias posible.