Llego a Socopó, Estado Barinas, un 14 de agosto. Al día siguiente es el Dia de la Candelaria, que en numerosos lugares de Venezuela se celebra, nuestro Beñesmer cristianizado, como suele ocurrir en las colonias. Socopó, de cuyo calor no quiero acordarme, es una ciudad relativamente reciente, que se ha convertido en la segunda ciudad del Estado. De camino para la preciosa Casa de la Cultura, veo una pintada que dice “Chávez sí, su familia no”. Estamos en el Estado de donde procede Hugo Chávez y su hermano Adrián es el Gobernador del mismo. Tras la acogida, disfrutamos de un emotivo concierto de “canción necesaria”, que es como allá llaman a la “canción protesta”: en el escenario, el grupo IVEN y el cantautor argentino Marcelo Ferrer. Todo el acto en sí es una celebración de la revolución, sin embargo, no tengo la impresión de estar en un acto político, tiene más de encuentro, qué sé yo. Nos quedamos en unas casas recién construidas en el urbanismo Antonio José de Sucre. Son unas casas unifamiliares hechas con materiales de calidad, machihembrado, ladrillo,… nada que ver con el asbesto cancerígeno que la IV República reservaba a los ranchos de los pobres y que pude comprobar con mis propios ojos. Seguramente es en el terreno de la vivienda, junto con la educación y la sanidad, donde el salto ha sido brutal. Normalmente, para llegar a la realidad de las casas que ahora disfruto ha habido un proceso de participación y cogestión muy interesante entre los Consejos Comunales y las instituciones, que me cuenta mi anfitriona Yahaira, una encantadora mujer, trabajadora en el Instituto de la Vivienda local. El cambio es espectacular: En los dieciséis años anteriores (Socopó era una ciudad opositora), se habían hecho ciento diez casas. En los cuatro años con el nuevo alcalde, Salvador, mil seiscientas. No me extraña que el buen hombre arrase en las elecciones (80 % de votos, casi sin abstención). Es notable que queda muchísimo por hacer. Se prioriza la vivienda al urbanismo, las vías, las aceras,… en muchos casos ni existen,… pero es obvio que las prioridades pasan por dar vivienda digna a la gente antes que el asfaltado.
Por todo esto, cuando una mañana, reto a mi estómago y me desayuno con Globovisión, me indigno cuando un sátrapa dice muy serio él que esas casas con en usufructo y se las van a quitar si no votan por Chávez. Ésos son los medios de la oposición. En general, los medios de comunicación son bastante partisanos, unos y otros, pero los de la oposición, además, son indecentes. Son a la ética periodística lo que las telenovelas al buen cine, para que se hagan una idea. El comentarista de turno continúa además pidiendo que se cuatripliquen los precios del petróleo porque, aunque sea una medida inflacionaria, ayudaría a acabar con el contrabando de gasolina con Colombia. Esto ya les puede dar una idea de lo que le importa al tipo el acceso de los más desfavorecidos a los bienes de consumo. Si quieren leer prensa partisana, vayan a La Prensa de Barinas (opositor) o a De Frente (bolivariano),… Si quieren leer un periódico que encontré bastante ecuánime y serio, lean entonces el Últimas Noticias.
Además de la gente maravillosa que pude conocer, como Rafa Garcés, Richard Terán, Mary Pinto,… sin duda, de las cosas más llamativas de mi estadía en Socopó fue nuestra visita al Trueque, una experiencia de intercambio donde los prosumidores (productores-consumidores) ensayan nuevas formas de relación comercial sin que el dinero medie. Lo que existe es una moneda ficticia, el Ticoporo, que da valor a lo que cada cual produce y lleva ese sábado. Al final del trueque, todos evaluamos cómo ha ido la experiencia. Al frente de la evaluación, una hija de canarios, que se confiesa “truequemaníaca”. El pueblo está volcado. En los días siguientes tendremos la oportunidad de conocer más experiencias interesantísimas, pero, por ahora, la impresión no puede ser mejorable, si no fuera por los mosquitos y ¡ése calor!