Yo no sé cómo se imaginan ustedes las revoluciones pero les puedo asegurar que mi idea era diferente. Muy diferente, por ejemplo, a cuando descubro que uno de los grupos más activos del proceso bolivariano en Barquisimeto es un grupo que se llama Clase media en positivo. Son gentes profundamente comprometidas con el proceso bolivariano y la construcción de una sociedad socialista, con un fuerte orgullo de clase… media. Como ellos mismos me dijeron, son empresarios, comerciantes, profesionales liberales, amas de casa,… que se encontraron en la calle protestando contra el golpe de Estado de 2002, defendiendo la democracia y ahora el socialismo democrático que se construye en Venezuela. Ahí dieron un paso adelante y se constituyeron como “organización social de ciudadanos y ciudadanas comprometidos con el proceso de transformación del país que lideriza Nuestro Camarada y Comandante Presidente Hugo Chávez Frías” y cito textual de un folleto que me repartieron. Trabajan en cuestiones como la Escuela de Formación Socialista “Simón Rodríguez”, Niños y adolescentes, Turismo, Microindustrias, Proviviendas, Agroalimentarios, Seguridad Ciudadana,… Su local es enorme, cuidado y, sobre todo, abarrotado, con una actividad febril de gente entrando y saliendo, múltiples salas llenas de ordenadores portátiles en los que abundan las fotos de Chávez, las imágenes de Santa Bárbara Bendita, gente con insignias del P.S.U.V. “en defensa de la propiedad privada”,… No espero que lo comprendan –aquí tienen un texto que quizás les interese- porque ni yo mismo lo entendí mucho pero sí espero haberles transmitido la sensación de choque tan grande que experimenté con respecto a la imagen previa que yo traía sobre Venezuela, no sé ustedes.
No puedo ni quiero cerrar mi capítulo sobre Barquisimeto sin hablar del Tamunangue que nos gozamos en Los Crepúsculos, una comunidad de gente maravillosa que hacen verdad cada día el milagro de otra vida posible. Estábamos con los amigos del Grupo Uyama, gente entregada a la cultura popular venezolana, a rescatarla, revalorizarla, transmitirla y compartirla. Y en honor de los que allí llegamos, tuvieron a bien regalarnos un Tamunangue, una manifestación del folklor venezolano, síntesis de la herencia hispana, africana y aborigen, que no pueden perderse si viajan al Estado Lara. Aquella noche se luchó al garrote canario, compartimos una sopa de res y recibimos la visita de los jóvenes del Consejo Comunal, con quienes también nos divertimos en una dinámica destinada a demostrar que todos somos uno y que “hay un solo Dios”, aunque yo no vi muy clara la relación entre ambos asuntos. Al día siguiente partiríamos hacia el Sur, más al Sur, al Estado Barinas, donde también nos esperarían múltiples realidades que dan vida al proceso bolivariano. Ellas son las protagonistas de estas crónicas.