Soy un apasionado de las fronteras. Los territorios donde se produce el encuentro, coexisten las lenguas, las identidades,… son, de lejos, lo mejor de la experiencia humana en este siglo que comienza. Lamento contradecir a quienes se conforman con el cliché de acusar a los nacionalistas de que sólo buscamos homogeneidad y aislamiento frente a unos universalistas pretendidamente inocentes y amantes de lo cosmopolita. ¡Con qué frecuencia solamente ocultan su rancio nacionalismo de Estado! Soy nacionalista y cosmopolita, universal,… desde mi canariedad conciente y militante, política, ideológica, miro al mundo y me siento parte de él, en la medida en que los canarios lo hemos sido siempre, habitantes de una frontera, algo que no es un “no-lugar” sino “lugar de todos”. Disfruto ahora de unos días en Las Canteras. ¡Qué mejor ejemplo de lo que digo! Bajo los murales de Padorno una masa de ciudadanos canarios, europeos, africanos, americanos, de todo el mundo… pasa y pasea. Muchos viven no demasiado lejos de esta otra frontera de arena, que une en vez de separar, anunciando ya quizás el inevitable futuro del país canario.