Quizás convendría afinar mejor en alguna cuestión. La indefinición política canaria no significa necesariamente desatención de todos aquellos asuntos que tengan que ver con la política, incluso aquellos que tengan que ver con el autogobierno, sino una especial querencia por la moderación y la convencionalidad de la correción política, cuando no la decidida inhibición, en aquellas cuestiones que tienen que ver con el status de Canarias con respecto a España y, en menor medida, con respecto a la Unión Europea. Ya hablé en mi primera entrada de una conversación no necesariamente imaginaria, que sospechaba familiar para muchos de ustedes. Hablemos ahora del estudio más reciente que sobre estas cuestiones existe: el barómetro autonómico para la Comunidad Autonómica de Canarias del C.I.S., año 2005. Se discutía entonces, bajo la presidencia de Adán Martín, acerca de la Reforma del Estatuto de Autonomía. Como es bien sabido, a día de hoy, dicha reforma sigue pendiente. Además de otras cuestiones que exceden el propósito de estas entradas, encontraremos en el barómetro preguntas referidas a tres campos más o menos amplios: la identidad/identificación de los canarios, la reforma del Estatuto, el status de Canarias dentro del modelo de Estado. Creo que esta división que propongo arroja alguna luz más acerca de qué hablamos cuando hablamos de indefinición política canaria.
En lo que se refiere a la identidad/identificación de los canarios, (preguntas 16-19 y 39) un 56’9 % se considera tan canario como español, mientras que un 29’8 % se considera más canario que español, un 6’7 % se considera exclusivamente canario. Estas cifras superarían al nacionalismo gallego, considerado generalmente de mayor pedigrí histórico, con cifras de 61’5 %, 22 % y 3’ 5 %., respectivamente. El último barómetro del Centro de Estudios de Opinión catalán daba las siguientes cifras: 38’7 % tan catalán como español, 29’2 % más catalán que español y un 18’2 % sólo catalán. El Euskobarómetro de noviembre de 2008 señalaba que un 38 % de los vascos se sentía tan vasco como español, un 22 % más vasco que español y un 29 % sólo vascos. Vemos pues cómo las cifras –salvo exceptuando quizá el caso vasco- de Canarias con respecto a otros nacionalismos del Estado no son excesivamente diferentes en cuanto a los sentimientos de pertenencia, que en los casos catalán y vasco muestran una acusada tendencia a la baja en cuanto a las identidades compartidas, no así en los casos gallego y canario.
En cuanto a la reforma del Estatuto –una cuestión algo antigua pero aún pendiente- (preguntas 20-23) los canarios se muestran proclives hacia el incremento del autogobierno, prefiriendo siempre el consenso entre las fuerzas políticas canarias y el acuerdo del Parlamento español. Sólo Cataluña (64 %), el País Vasco (52 %) y Canarias (42 %) consideraban en 2005 “muy o bastante necesario” reformar sus respectivos estatutos. Ese año, los canarios se consideraban “bastante a favor” de incrementar las competencias del Parlamento Autonómico, lograr que todas las decisiones importantes se tomen en la propia comunidad autónoma y lograr que la comunidad autónoma pueda intervenir en los asuntos europeos que le afecten. Sólo sobre “tener una Agencia Tributaria propia” y “denominar nación a la comunidad autónoma” reciben un “no sabe” y un “bastante en contra” como respuestas, respectivamente. Creo que es interesante señalar el carácter poderosamente simbólico de llamar a Canarias “nación”, algo que alguna extraña razón tantas veces impide, incluso a aquellos que se consideran nacionalistas. También resulta de interés ver cómo la población no considera necesaria una Agencia Tributaria propia, cuando tantas veces se ha acusado al nacionalismo canario de ser un nacionalismo puramente económico.
Por último, me referiré a aquellas preguntas (12-16) que más o menos directamente abordan el status o la relación entre Canarias y España. En cuanto al modelo de Estado, casi dos tercios se pronuncian por el modelo actual o incluso un Estado centralista, mientras que sólo un tercio estaría a favor de un modelo más abierto, con una minoría del 3’8 %, que dejaría abierta la posibilidad a la independencia de las autonomías. Prácticamente un 70 % de los canarios cree que la creación y el desarrollo de las comunidades autónomas han sido positivos. Mayoritariamente se considera que el Estado de las autonomías ha contribuido a acercar la gestión de los asuntos públicos a los ciudadanos y a una mejor convivencia entre las regiones y nacionalidades. Sin embargo, se admite que ha contribuido al desarrollo de los separatismos y a aumentar el gasto público sin mejorar los servicios públicos. Con todo, se considera que el Estado de las autonomías funciona regular y que España es nuestro país en un 57’7 % de los casos.
Como es fácil comprobar, hemos hecho un viaje desde el mundo de los afectos hasta el de los conceptos, los modelos políticos. Vemos cómo Canarias compite en buena lid con los nacionalismos históricos en cuanto a reconocimiento de la identidad propia y cómo por el camino va mudando una cierta vocación soberana por el convencionalismo bienpensante de lo políticamente correcto. Cuando toca hablar de sentimientos, lo canario aflora con pujanza. Cuando toca hablar de política, lo canario retrocede, se inhibe a favor de lo que se considera aceptado, aunque ello suponga generar una contradicción en gente que se declara sólo canaria o más canaria que española y que después acepta el Estado de las autonomías como fórmula válida para las islas. Es una pena que no se hubiera preguntado a los canarios concretamente por modelos alternativos tipo estado federal simétrico o asimétrico, estado libre asociado, independencia,… algo que sí se hace en otros lados. Probablemente, a mayor visibilidad y definición de las opciones más o menos separatistas, mayor apego al actual estado de cosas. Seguramente, más de un encuestado preferiría que no se le preguntara por esas “cuestiones espinosas”. No pretendo dar soluciones simples a la complejidad de sociedades como la canaria, donde los distintos sentimientos de pertenencia siempre se van a dar en mayor o menor medida y, desde luego, no tiene por qué haber una correspondencia mecánica entre mayor identidad canaria y mayor voluntad de autogobierno, pero sí señalaré el desfase existente entre ambos mundos, el de los afectos y el de los modelos políticos. Hay en este abismo mucho de conservadurismo, corrección política, seguidismo, descrédito de las opciones nacionalistas, … Sin embargo, hay algo más, que no tienen otros y que es, a mi juicio, lo que caracteriza de manera inconfundible la indefinición política canaria.