En algún lugar del inmenso caos que es mi mesita del salón anda esperando La Société du Spectacle, el clásico de Guy Debord. Si su lectura ya era recomendable, un vistazo al panorama televisivo actual lo convierte en más aconsejable si cabe. Zapatero se da un baño de masas en Tengo una pregunta para usted y nos deja rumiando aquello de “así se las ponían a Fernando VII”. La Televisión Española en Canarias, en su copia del formato español 59 segundos -¡vuelta a copiar!- , traerá a José Miguel Ruano para hablar –supongo- de la huelga de jueces. En este programa, un grupo elegido de periodistas de pretendida independencia y objetividad suplanta sin más a los ciudadanos de verdad. Más allá de que me gusten más o menos estos programas, no me parece que quepa venderlos como el summum del acercamiento de los políticos a los ciudadanos, como se ha pretendido desde el establishment, a falta de otra cosa. Recuerdo un programa similar en el Reino Unido cuando andaba por aquellas tierras. Tony Blair era puesto en aprieto por una estudiante a cuenta de la subida de las tasas que andaba planeando. Anécdotas aparte, en un país donde los miembros del Parlamento tienen que, por ley, recibir personalmente a sus representados en sus despachos de Westminster, no se considera extraordinario que el Primer Ministro acuda a un debate público con ciudadanos. Y sí que se puede hablar con propiedad de una prensa independiente, encarnada a mi juicio fielmente por The Guardian. Cosas de la tradición democrática, que no entiende de espectáculos.