No es que me vaya a dedicar ahora al comentario meteorológico, no. Es sólo que leí este titular en El Día y me llamó la atención. La noticia está hecha en Madrid y copiada literalmente en Canarias, como tantas otras cosas, por ejemplo, el Estatuto de Autonomía. ¿A quién se le ocurriría decir eso de “cinco islas en dos provincias”? Pase el dislate del redactor en Madrid, pero es imperdonable que en Canarias no se corrija tal desatino. Hubiera bastado simplemente decir cinco islas pues no hay división administrativa más sin sentido que la de la provincia en este archipiélago de siete islas. De Gibraltar para arriba puede ser una división funcional y hasta útil, pero ¿en Canarias? ¡Y no digamos en asuntos meteorológicos! José A. Alemán desbroza bien en su libro Entender Canarias cómo la División Provincial de 1927 no fue sino la victoria de las tesis grancanarias para zafarse de la voracidad de Tenerife –tan a gusto en la Canarias uniprovincial- y así seguidamente dedicarse a ejercer su propia voracidad con Lanzarote y Fuerteventura. Un mal arreglo, “contra natura”, que negaba la evidencia del hecho insular –que los Reyes Católicos, curiosamente, captaron a la primera- para instaurar un dominio de dos islas sobre el resto, además del permanente desencuentro entre las islas capitalinas. Una pena que el famoso plebiscito del abogado majorero Manuel Velázquez Cabrera no fuera más allá. Así hubiéramos podido retener instituciones propias, vernáculas de las islas, y no limitarnos a copiar las foráneas. Y, así, quizás un periodista canario de comienzos del siglo XXI habría entonces titulado “Cinco islas, en alerta por viento y lluvia” a una noticia tan aparentemente inocente como ésta.