Ese refrán con el cual los isleños nos lamentamos melancólicamente de las oportunidades perdidas me viene al pelo para comentar la pretensión de Paulino Rivero de jugar a la bilateralidad con España. Como bien supondrá el lector, no es que yo esté precisamente en contra. Visto lo visto, me parece un escenario de mayor calidad democrática que el actual. Es sólo que me entra la risa –o una melancólica magua, más bien- cuando leo que nuestro presidente quiere hacer del R.E.F. la piedra angular de esa nueva relación con la metrópoli: ese R.E.F. al que la clase política canaria –nacionalistas y dependentistas- despojó de sentido y significado, entregó al Gobierno de España -que ni se creía semejante regalo-; una clase política, toda, que no supo defender nuestros privilegios salvo aquellas prebendas -léase R.I.C.- que tuvieran como beneficiaria a la clase empresarial,… ¡ay, nuestro acervo histórico, legislativo, fiscal,… conquistado por los canarios a través de los siglos, pisoteado por quienes ahora quieren tratar de tú a España! ¡A conejos díos, palos a la madriguera!