Durante mi estancia en Es Plá mallorquín termino la lectura de Harraga, la novela de Antonio Lozano. Los asiduos al blog recordarán el podcast número 9, “Uno de lozanoterapia”, dedicado íntegramente a conversar con este autor, marroquí de nacimiento, canario de adopción y excelente conocedor de la realidad africana, amén de consolidado representante del género de la novela negra. Harraga no es una novela negra en el sentido más clásico del término. Antes bien, funciona como retrato sociológico del submundo del hampa hispano-marroquí, que lo mismo trafica con droga que con hombres. Acaso sea ésta la principal virtud de esta novela que hoy les recomiendo. Harraga es sobre todo el relato en primera persona de Jalid, un joven tangerino atrapado en una red de intereses de la que es imposible escapar indemne, física o moralmente. Contiene Harraga además una galería de personajes tras los cuales uno intuye el conocimiento directo por parte del autor de sus trasuntos, personas de carne y hueso, que soportan estoicamente la cruda realidad del subdesarrollo junto a nuestra opulencia. Y por si esto fuera poco instrumental para armar una buena novela, el lector gozará de vívidas descripciones de ciudades como Tánger, Casablanca, Granada,… no a través de los ojos europeos, sino de los ojos marroquíes, africanos,… que ven en cada rincón, en cada edificio,… razones para el desencanto o la rebeldía. En el inevitable conflicto entre las realidades europea y marroquí hemos de encontrar la trama criminal en la que el autor sitúa el fracaso vital, social de Jalid Hamed,… del que nosotros también somos en buena parte responsables. Probablemente, de vernos abocados a los dilemas que asaltan a estos jóvenes, en el contexto social y económico de atraso, neocolonialismo, corrupción,… del norte marroquí, nosotros tampoco lo haríamos mucho mejor. Como lectores podemos, en cualquier caso, adentrarnos en Harraga con el sano propósito de aprender, de conocer más y mejor una realidad que no por físicamente cercana nos resulta más conocida. Podemos por tanto celebrar la existencia de un escritor que nos puede ayudar en este necesario viaje de ida y vuelta que los canarios debemos hacer a nuestro continente natural si queremos comprender el rincón del mundo en el que vivimos y de paso comprendernos. Y, con la satisfacción que da el placer del descubrimiento literario, personalmente, no se me ocurre mejor compañero para este viaje que una novela como Harraga.